Corría el año 2009 cuando la fragata Blas de Lezo se convertía en el gran referente español de la lucha contra la piratería en el Índico. A su base en el Arsenal Militar de Ferrol, incluso llegaba con la emblemática bandera negra de tibias y calavera: como símbolo de su defensa de los pesqueros y mercantes españoles, tras una dura temporada de secuestros y terror. Construida en los astilleros ferrolanos de Navantia y con entrada en servicio en el año 2004, el tercer buque de la serie F-100 se unirá a la operación de la OTAN en la crisis entre Rusia y Ucrania. Entre la pasada noche y la mañana de hoy, estaba prevista su salida del Arsenal Militar de esta ciudad gallega con destino al Mar Negro. La propia Armada, a través del comandante de la 31 Escuadrilla a la que pertenece la Blas de Lezo, indicaba ayer que “en este entorno es cuando más sentido tiene esta misión”.

La fragata de la Armada española se integrará en la agrupación militar SNMG-2 de la OTAN, y permanecerá por lo menos dos meses en el Mar Negro ante la escalada del conflicto entre los citados países. A bordo viajan 190 militares, la mayoría gallegos, entre ellos 20 mujeres. Antes de su destino definitivo, al que llegará entre el martes y el miércoles, realizará escala en la base naval de Rota para la incorporación de más marinos y unidades aéreas. Toda la tripulación se ha sometido a las pruebas COVID, y debido a la pandemia tampoco pudieron acudir los familiares a la despedida.

Según indicó ayer en rueda de prensa el comandante de la 31 Escuadrilla de Superficie, el capitán de navío Gonzalo Leira Neira, la Blas de Lezo mantiene “un enorme grado de disponibilidad para poder desarrollar cualquier tipo de crisis”. La integración en la agrupación militar de la OTAN ya se preveía para este semestre —en ejercicios muy habituales para estas fragatas con base en Ferrol—, pero se adelantó tres semanas debido a la crítica situación en la frontera entre Ucrania y Rusia. Al respecto, el comandante habla de la zona como “entornos en los que no podemos decir que no se ve incrementada la tensión, esta fragata tiene realizada su calificación operativa para el combate y los buques de la Armada están en condiciones para hacer frente a los condicionantes operativos y a cualquier circunstancia”.

La F-103 no es ajena a los escenarios bélicos. En el verano de 2013, llegó a acercarse a la costa de Siria en pleno fragor de la guerra. Y el Ministerio de Defensa reconocía entonces que se encontraba lista para “evacuar al personal militar español del Líbano”, aunque la situación no pasó a mayores.

Al igual que sus barcos hermanos de las F-100, la Blas de Lezo cuenta con el sistema de combate norteamericano Aegis. Precisamente, EEUU tiene un papel clave en el conflicto de estos días al presionar de distintas maneras a Rusia contra una posible invasión de Ucrania.

Con el armamento “habitual”

En caso de que lo requieran las circunstancias, el buque podrá permanecer más de dos meses en el Mar Negro. La misión consiste en mostrarse “en disposición de actuar ante un escenario de crisis en la seguridad, mantener un altísimo grado de operatividad e interoperatividad entre barcos de diferentes países”. Con ese objetivo, lleva a bordo “el armamento habitual para estas operaciones”. También la próxima semana se prevé la salida al mar de otra F-100. En este caso se trata de la Almirante Juan de Borbón, que se incorporará al grupo de combate aeronaval francés “para realizar un período de adiestramiento”. Entre las misiones más destacadas de la Blas de Lezo, figura su participación en la operación Allied Protector de la OTAN en el Golfo de Adén y en el Cuerno de África. Consistió en la lucha contra la piratería. Precisamente el navío lleva el nombre del celebérrimo Blas de Lezo, marino español y azote de corsarios en el XVIII.