El núcleo de poder de Pedro Sánchez, en el Gobierno y en el partido, es estrecho. Muy pocos dirigentes y ministros de su máxima confianza son plenamente conscientes de su estrategia, de sus pasos, de sus decisiones. En Ferraz, los pilares, antes y después de la remodelación del Gabinete del pasado julio, son Adriana Lastra y Santos Cerdán. Tras la caída de José Luis Ábalos, ambos asumieron el timón del partido, y lo mantuvieron tras el 40º Congreso Federal, el pasado octubre, en Valencia. Pero ha sido ahora cuando el presidente ha querido dejar bien claros los papeles de ambos. Y ha lanzado un mensaje diáfano: tras despojarla de la portavocía en la Cámara baja, ha reforzado a su vicesecretaria general, ha dotado de mayor contenidos a su cartera para compensarla frente al secretario de Organización. Dicho de otra manera, ha reequilibrado el poder en el cuartel general del PSOE.

Este pasado lunes, la dirección aprobó, tres meses después del congreso, el reglamento de la comisión ejecutiva federal. Es decir, el documento que delimita las competencias de cada responsable de la cúpula. Y ahí es donde se produjeron novedades, en el primer escalón de mando. Sánchez hace recaer en Lastra la dirección de la política de comunicación del partido y el establecimiento de los "criterios de funcionamiento" de los grupos parlamentarios socialistas en Congreso, Senado y Eurocámara. Dos atribuciones importantes, que dotan de mayor contenido a un cargo en principio vacío de poderes propios, frente a la potencia de Organización, el área sobre la que descansa la interlocución con los territorios y las riendas de la vida orgánica del PSOE.

Lastra ya se convirtió en número dos en el 39º Congreso, el de 2017, el que certificó la reconquista de Sánchez del trono de Ferraz tras unas cruentas primarias contra Susana Díaz. Los poderes de la vicesecretaría general, como es tradición en el partido, eran reducidos: todas las tareas que le delegase el líder, más la coordinación de los trabajos internos y la planificación de la estrategia electoral, junto al secretario de Organización. También era su tarea aprobar, junto a Ábalos, los "criterios generales de acción parlamentaria". En aquel momento, el PSOE estaba en la oposición, pero al cabo de un año el secretario general se hizo con el Ejecutivo tras la moción de censura a Mariano Rajoy. La vicesecretaria pasó entonces a ser la portavoz parlamentaria en el Congreso. Esa era su principal misión.

En julio de 2021, Sánchez remodeló su Ejecutivo. Un movimiento en el que hizo caer a Ábalos. Lastra no se convirtió en la dirigente "plenipotenciaria", como advertían primero en Ferraz. El líder ascendió al que era mano derecha del exministro, Santos Cerdán, a Organización, y le encargó a él y a la número dos la preparación del 40º Congreso. El presidente planteó a la dirigente asturiana, desde su óptica de no acumulación de cargos, que debía elegir entre la portavocía en el Congreso o el partido. Ella se quedó con el partido. Sánchez entonces optó por relevarla en la Cámara baja por el canario Héctor Gómez. Traspaso que se consumó en septiembre. En ese momento, se aseguraba que Lastra no había perdido poder, aunque sí visibilidad al ceder el vistoso escaparate de la Cámara baja.

"Competencias claras"

El 40º Congreso mantuvo a Lastra y Cerdán como vicesecretaria general y secretario de Organización. Pero ahora el jefe del Ejecutivo ha preferido reequilibrar las fuerzas internas en Ferraz, en los dos últimos años de legislatura, en los que la sede federal va a ir ganando protagonismo por la sucesión de convocatorias electorales. Pero también como medicina ante un posible incremento de las tensiones internas.

Según indicaron a este diario fuentes de Ferraz, y tal y como avanzó la 'SER', el nuevo reglamento de la ejecutiva incrementa el poder de la dos. Le otorga el mando de la política de comunicación (que siempre había recaído en Organización) y la dirección de la estrategia en los grupos parlamentarios. Es decir, que ella establecerá la posición que adoptará el partido en Congreso, Senado y Parlamento Europeo, por encima de sus respectivos portavoces (Héctor Gómez, Eva Granados e Iratxe García).

También pasa a ser suya, en exclusiva, la potestad para marcar "las directrices que orientan el funcionamiento organizativo de la actividad parlamentaria", poder antes que estaba en manos del jefe del aparato, sin compartirlo con la dos. Respecto a la comunicación, en la sede recuerdan que en la práctica la asturiana ya lideraba la estrategia. Ella es muy cercana, además, a la directora de Comunicación del partido, Maritcha Ruiz, que también ha acompañado a Sánchez desde sus inicios en política.

Además, Lastra seguirá compartiendo la planificación de la estrategia electoral con el responsable del aparato, dúo al que se suma el secretario de Acción Electoral, Javier Izquierdo. Es decir, se detraen a Organización de algunas funciones para dotar de mayor contenido a la vicesecretaría. Desde la sede, se quita hierro a esta nueva redistribución: "Es una manera de tener al partido estructurado, que cada uno tenga sus competencias claras. Pero ahora tenemos las elecciones en Castilla y León y luego en Andalucía, y luego todas las demás". Las municipales y autonómicas de mayo de 2023 y las últimas, por tanto, las generales, si es que no hay anticipo.

Núcleos de poder

Hay otra señal que indica el refuerzo de Lastra: la ejecutiva aprobó el lunes el relevo en la Fundación Pablo Iglesias. Hasta ahora, la presidía Santos Cerdán. Su sucesora será la diputada asturiana y exministra de Sanidad Luisa Carcedo, muy próxima a la vicesecretaria general y que se había quedado descolgada tras salir del Ejecutivo, en enero de 2020, y de la dirección del partido, tras el cónclave de Valencia.

En la dirección insisten en "normalizar" el trámite del lunes y en centrar el tiro en elecciones, pero sí hay quienes han percibido ciertas tensiones, aún muy soterradas entre Lastra y Cerdán. Por ahora no han estallado, pero la delimitación de funciones busca limar asperezas y prevenir hipotéticos y futuros conflictos. No obstante, en la confección de la actual dirección se podía atisbar la influencia de cada uno. Así, por ejemplo, la nueva responsable de Igualdad, Andrea Fernández, y el nuevo portavoz, Felipe Sicilia, son muy próximos a Lastra. En cambio, ella vio caer al gerente del partido, de su confianza, Mariano Moreno. Por otro lado, Cerdán preserva atribuciones claves, como la relación con los territorios, la custodia de los censos, la tramitación de los expedientes disciplinarios, la propuesta de presupuestos o del catálogo de personal.

El tiempo dirá si esta es una mera reorganización o cambios sustanciales de cara al futuro. El partido ya se pone en modo campaña, y en los próximos dos años se juega la consolidación de su poder o la entrada en un ciclo de desgaste.