"Se acaba este circo". Distintos diputados del PP coinciden en que la comisión de investigación en el Congreso sobre el caso 'Kitchen' (la supuesta trama parapolicial que el PP habría desarrollado desde el Gobierno para robar pruebas sobre la caja B a Luis Bárcenas) llegará a su fin en los próximos días sin haber pasado factura a la actual dirección que encabeza Pablo Casado. Cuando hace más de un año los partidos del Gobierno impulsaron el grupo de trabajo las alarmas volvieron a encenderse.

En el PP se quejaban de que PSOE y Unidas Podemos buscaban fiscalizar a la oposición, pero la realidad era que la situación incomodaba mucho a la cúpula popular, que volvía a sentirse presa de los casos de corrupción del pasado. 

La estrategia desde el primer minuto fue desvincularse (recordando que ningún excargo investigado formaba parte del actual partido), denunciando al mismo tiempo que no existían precedentes de gobiernos “que utilizaran el Congreso para controlar a la oposición, salvo en dictaduras”. El temor dentro de las filas populares era que la comisión y el desfile de comparecientes desgastara a Casado

Casi quince meses después de que el pleno diera luz verde a la comisión, el PP da por amortizado el asunto y considera que ese desgaste no ha existido. El ejemplo más reciente fue el de ayer mismo, aseguran fuentes populares a El Periódico de España, con la puesta en escena de María Dolores de Cospedal. La ex secretaria general del partido se negó a declarar acogiéndose a su derecho constitucional, pero recordó —eso sí— que el juez la declaró “exenta de toda responsabilidad” semanas después de citarla como investigada. 

No solo eso. También le dio tiempo a jactarse de los 13 juicios que ha perdido Bárcenas por “mentir” e incluso hizo hincapié en que el extesorero le debe 50.000 euros por las injurias que le profirió. “El dinero es lo de menos, lo de más es que gané la demanda”, se despachó la exministra de Defensa. Lo que podía haber sido una travesía en el desierto para el PP ha terminado siendo un camino bastante más sencillo de lo esperado. “Los policías, a excepción de Villarejo, han negado que 'Kitchen' existiera. Así que no hay caso. Es el invento del PSOE”, decían con optimismo varios dirigentes populares en el Congreso.

A nadie le sorprendió que Cospedal decidiera no declarar. De hecho, la escenificación de apoyo de la portavoz, Cuca Gamarra (se quedó lo que duró la comisión), y otros diputados del grupo parlamentario, fue evidente. Arroparon a la que fuera número dos del partido sin temor a la foto ni a otros reproches.

Fue el síntoma claro de que veían superada la prueba. La escena se repetirá todavía con mayor énfasis el próximo lunes cuando acuda al Congreso Mariano Rajoy en la última comparecencia prevista antes de que la comisión redacte sus conclusiones. El resto de partidos de la Cámara, incluidos Ciudadanos y Vox, han sido muy críticos a lo largo de las sesiones, igual que el Gobierno y sus distintos socios. Todos coinciden en lo mismo: la imposibilidad de que esa trama prosperara sin el conocimiento y la aprobación de Cospedal y del propio Rajoy.

Pero el hecho de que la ex secretaria general quedara fuera del procesamiento judicial ha servido a los populares en su posición. “Esto no nos afecta en nada. Somos el presente y el futuro. No el pasado”, reiteraban miembros de la cúpula del PP, convencidos de que la que podía ser la comisión parlamentaria más dura de la legislatura terminará sin grandes daños para la formación.

La estrategia de separación de etapas se reforzó el pasado febrero cuando tras el desastre de las elecciones catalanas (Casado achacó el fracaso electoral a la reaparición de Bárcenas los días previos a la cita con las urnas) el líder del PP anunció la mudanza de la sede de Génova para romper definitivamente con el pasado: “El coste electoral es tremendo y tenemos que dejar de preocuparnos por nuestro pasado y ocuparnos del futuro”, llegó a decir ante la plana mayor del partido en la decisión de mayor calado que ha tomado desde que llegó a la presidencia.

Es cierto que el proceso de mudanza sigue su curso, pero diez meses más tarde aún se desconoce el que será el nuevo cuartel general. La novedad relevante en el discurso estaba en la decisión de que ni él ni la dirección nacional “volverían a pronunciarse o hablar” de casos de corrupción relacionados con el pasado. “Las hipotecas en política no son hereditarias y no podemos seguir pagando facturas de cuestiones que ni conocemos”, zanjó el líder. Desde entonces los principales dirigentes han justificado su silencio basándose en esas palabras.