La derrota electoral del conservador Armin Laschet ha precipitado otro pulso interno en el bloque que dirigió Angela Merkel y que sigue sin encontrar un liderazgo fuerte, a punto de materializarse la retirada de esta como canciller.

Las imágenes de la "gira de la despedida" de Merkel -del Vaticano, el jueves, a Israel, este fin de semana, y de ahí a España, Bélgica y Turquía, en los próximos días- contrastan con la situación de la Unión Cristianodemócrata (CDU), el partido que presidió desde el 2000 a 2018.

Laschet hundió al bloque conservador -integrado por la CDU y la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU)- en su mínimo histórico, un 24,1%. Del desafío de tratar de liderar un tripartito con verdes y liberales pasó el jueves a mostrar su disposición a dejar la presidencia del partido.

Pero dejó sin aclarar su hoja de ruta. El lunes se reúne de nuevo la presidencia de la CDU para trazar ese camino o dejar que Laschet lo haga.

Podría ser a través de un congreso federal del partido, presumiblemente en diciembre; a través de una presidencia de consenso para evitar más divisiones internas; o incluso por la fórmula de una inédita consulta a las bases.

Un eterno aspirante y enemigo histórico de Merkel, el derechista Friedrich Merz, dice no estar dispuesto a otro duelo público -tras haber perdido los dos últimos enfrentamientos sucesorios; sí podría intentarlo el ministro de Sanidad, Jens Spahn, que ya luchó por la jefatura; y Norbert Röttgen, otro derrotado en anteriores rondas.

Desde el partido han surgido voces llamando al consenso. Pero es difícil imaginarse quién puede representarlo, después de tres años de pulso entre derechistas y centristas, agravado por la CSU del ambicioso Markus Söder, el líder bávaro que compitió con Laschet por la candidatura a los comicios del pasado 26 de septiembre.

Tanteos tripartitos

El panorama en la CDU no solo contrasta con la canciller despidiéndose de aliados preferentes o estratégicos. Este lunes, mientras se reúna la presidencia de la CDU, socialdemócratas, verdes y liberales tantearán de nuevo cómo armar una coalición de gobierno.

El socialdemócrata Olaf Scholz, cuyo partido fue el más votado con un 25,7%, compagina la negociación con su puesto de vicecanciller y ministro de Finanzas saliente. Verdes y liberales buscan vías de acuerdo desde posiciones históricamente antagónicas, pero dispuestos a representar la renovación.

La CDU/CSU está enredada en un pulso sucesorio que Merkel quiso dirigir por una vía ordenada, pero que se frustró. La decisión de retirarse la anunció en 2018, tras sucesivas derrotas a escala regional y debilitada por el trabajoso armado de su última gran coalición, que le llevó seis meses formar.

El primer intento de sucesión ordenada lo protagonizó su leal secretaria general de la CDU, Annegret Kramp-Karrenbauer. Al año de acceder a la jefatura del partido tiró la toalla, cuestionada en su liderazgo.

Se reabrió la pelea sucesoria recién iniciado 2020, dificultada por sucesivos aplazamientos, con la vida pública cerrada por la pandemia y mucho ruido de sables. Merkel había puesto fecha a su retirada -tras las elecciones de 2021- y el nerviosismo aumentaba.

Merkel seguirá en su puesto hasta que asuma el siguiente canciller; todo apunta a que será Scholz. Un 63 % de los alemanes prefiere un tripartito dirigido por el SPD, frente al 24 % que se pronuncia por los conservadores, según un sondeo de la televisión pública ARD.

Dieciséis años en el poder

Las urnas dejaron al SPD con una ventaja ajustada sobre la CDU/CSU. Pero Scholz superó siempre con creces a Laschet en cuanto a valoración frente al elector, que le veía más capacitado y experimentado para suceder a Merkel.

Al margen de los errores de Laschet, también juega una baza la situación en que queda el partido tras un liderazgo prolongado y fuerte, como el representado por Merkel o anteriormente por Helmut Kohl.

El patriarca conservador dejó el poder en 1998 tras 16 años -Merkel rebasará su marca si sigue en su puesto el 17 de diciembre-. Tras el paso a la oposición estalló el escándalo de las cuentas secretas del partido bajo la "era Kohl".

Merkel asumió en 2000 la jefatura de un partido hundido en el descrédito. Muchos de sus hombres fuertes consideraron entonces que sería una líder de transición hasta salir del purgatorio.