Andrés Lijó y María Dolores Sieira, familiares de represaliados y miembros de la Asociación pola Recuperación da Memoria Histórica da Barbanza, leyeron este jueves en el pazo de Meirás fragmento de las cartas de despedida que sus parientes dejaron para sus familias antes de ser fusilados. Ambos protagonizaron dos de los momentos más destacados durante el homenaje a los represaliados del franquismo, con motivo de la inauguración de una exposición sobre la historia del pazo de Meirás a cuya inauguración asistió el secretario de Estado de Memoria Democrática, Francisco Martínez.

Andrés Lijó, sobrino de José Lijó, sindicalista de la UGT asesinado en 1937 y Dolores Sieira Sanles, nieta de José Sieira, fusilado por su vinculación con el CNT leyeron fragmentos de las cartas de despedida de estos dos represaliados. Sus mensajes resonaron por primera vez en el pazo de Meirás en el momento más emotivo del acto con el que el Estado, explicó, pretendía reflejar los principios de la Ley de Memoria Democrática: “Verdad, justicia, reparación y deber de memoria”. Querida madre: Llegó la hora y hay que marcharse. Mamá, le pido perdón por lo que le he hecho sufrir y tenga resignación. Esto es una consecuencia de la guerra y una vida más no importa nada. Marcho tranquilo, madre, porque no he hecho daño a nadie ni he robado ni matado", escribía Pepe Lijó, chófer y sindicalista, un día antes de ser fusilado. "Este era mi tío", contaba un emocionado Andrés mientras mostraba una foto. Su muerte, relató, dejó dos huérfanos, de 3 y 5 años. Y una herida que aún hoy sigue abierta y demanda reparación.

La carta de despedida de José Lijó y la de José Sieira, simpatizante de la CNT fusilado también en 1937, forman ya parte de la querella argentina contra los crímenes de lesa humanidad y genocidio cometidos por la dictadura franquista. Dolores Sieira Salnés leyó fragmentos de la despedida de su abuelo, llena de mensajes de cariño a su esposa y de preocupación por el futuro de sus pequeños.

"Cuida de los hijitos que es mi deseo y muero con ellos en el sentido, que si estaba pensativo era por esos desgraciados que los condenan al hambre estos asesinos, que no les puede llamar otra cosa. Ahora estarán contentos, viendo a unos infelices por las puertas pidiendo un pedazo de pan y les dirán que su padre era un bandido, que son capaz para eso y para mucho más".

Dolores Sieira contó también cómo su madre todavía no ha podido recuperarse del golpe, de los años de represión y silencio: "Mi madre aun vive con miedo a lo que pueda pasar por revolver el pasado. Fue una niña marcada por rojita, nació viendo llorar a su madre. Le duele mirar hacia atrás, a su niñez y pasaron ya 84 años. Hace poco la llevé al cementerio de Boisaca en cuyos muros fue fusilado su padre en el 37. Nos dolerá siempre", relató muy emocionada.

A continuación reproducimos el texto íntegro de las cartas de despedida de José Sieira y José Lijo, represaliados del franquismo, dejaron escritas antes de ser fusilados en 1937.

Carta de José Sieira a su esposa, Dolores González

José Sieira. LOC

Querida esposa:

Deseo que al recibo de estas dos letras estéis buenos de salud en compañía de los que fueron mis hijos, yo en estos momentos de martirio estoy bien. Adiós para siempre. Pues Loliña, en estos momentos tenemos el piquete esperando para llevarnos. No te pido nada, sino que cumplas mi deseo y no tengas pena, tú lo ves que es un crimen, pero no hay que hacerle, así que dejarse matar, no hay más remedio, así que lo que te pido es que seas una mujer como fuiste para mí. Esto es para bien de nuestros hijitos. De lo demás, tú sabrás que tienes que hacer, vida de mi alma.

Cuando mejor estábamos, vinieron a separarnos para siempre, vida. Pero tengo confianza de que será vengada por otros, así que te encargo que no lleves la vida amarga ni te hagas mala sangre, que las ganancias son iguales, vida, que yo después de muerto no entristezca una vida. Cuida de los hijitos, que es mi deseo y muero con ellos en el sentido, que si estaba pensativo era por eses desgraciados que los condenan al hambre estos asesinos, que no se les puede llamar otra cosa.

Ahora estarán contentos los de esa, viendo a unos infelices por las puertas pidiendo un pedazo de pan y les dirán que su padre era un bandido, que son capaz de eso y para mucho más.

Así que me despido de ti con fuertes besos y abrazos para nuestros hijitos, diles que lo mataron, vida, y besos y abrazos para toda la familia. Tú recibes el último abrazo de este que muchiño te quería. Muero con tu nombre en los labios.

Carta de José Lijó a su madre, Manuela Louro

José Lijó. LOC

Querida madre: Llegó la hora y hay que marcharse. Mamá, le pido perdón por lo que le he hecho sufrir y tenga resignación, que es una consecuencia de la guerra y una vida más no importa nada.

Yo marcho tranquilo, madre, no le he hecho daño a nadie ni he robado ni matado y por eso mi conciencia va tranquila, ya sabe usted. Que soy católico pero no me confieso para mostrar así mi repulsa a toda esa armadilla que han hecho entre curas y militares.

Un abrazo a mis hermanos muy fuerte muy fuerte y mire por los pequeños de los cuales tengo el sentimiento deshecho, quedan sin padre los pobres y espero que mis hermanos hagan las veces mías con ellos.

Mamá, un fuerte abrazo y tenga paciencia, abrace también a toda la familia en mi nombre y le agradecería mucho que se llevara siempre bien con Dolores.

Mamá, adiós, tenga calma, que estoy fuerte y no lloro.

Adiós de su hijo

Pepe