En el PSOE no ha gustado ni un pelo que el exedil en el Ayuntamiento de Madrid Antonio Miguel Carmona, quien fuera el candidato a la alcaldía de la capital en las elecciones de mayo de 2015, haya fichado por Iberdrola. Y nada menos que para ser vicepresidente de la eléctrica en España, en plena guerra del Gobierno con las centrales por la subida sin descanso del precio de la luz. Pero la cúpula también recuerda que es un simple "militante de base" que en ningún modo representa a la dirección actual del partido ni ejercerá de puente con el Ejecutivo en su interlocución con las compañías energéticas.

Eva Granados, portavoz en el Senado y portavoz también del comité organizador del 40º Congreso Federal del PSOE, fue muy taxativa respecto a Carmona cuando los periodistas le preguntaron en reiteradas ocasiones por él. Ya el domingo el secretario de Organización del partido, Santos Cerdán, salió al paso de las críticas durísimas de Unidas Podemos y calificó de "mal mensaje" el que emiten el exconcejal e Iberdrola con el fichaje del primero.

"Carmona, en estos momentos, es un militante de base, que hace tiempo que no representa al PSOE ni a su militancia. Y nunca ha representado a la actual dirección. No nos ha gustado esa decisión, no sabíamos nada. Y si nos hubiera consultado, le habríamos dicho que no. El Gobierno ya tiene interlocución fluida con las eléctricas antes, durante y después de este nombramiento y no pasa por esta persona", se despachó Granados.

Se trataba, sobre todo, de una desautorización política hacia quien es, en efecto, un afiliado raso. Carmona había sido elegido diputado en la Asamblea regional entre junio de 1999 y diciembre de 2002, y entre junio de 2011 y junio de 2015. Concurrió como cabeza de cartel en las municipales de mayo de 2015, y obtuvo un pésimo resultado: tercera fuerza en el consistorio (por detrás de Ahora Madrid, la plataforma de quien luego sería alcaldesa, Manuela Carmena, y el PP), un 15,27% de los votos y nueve concejales. Umbral, bien es verdad, que hundió aún más el siguiente candidato, Pepu Hernández, elegido por Pedro Sánchez. Carmona ejerció de portavoz de su grupo hasta agosto de 2015, cuando fue reemplazado por Puri Causapié. No obstante, continuó como edil todo el mandato, hasta 2019, y luego salió de la política. Se quedó como profesor universitario de Economía y tertuliano en las teles, pero sin ningún cargo institucional ni de partido. Su relación con el presidente del Gobierno nunca fue buena.

Granados añadió que no sabe si los estatutos del PSOE contienen algún mecanismo que obligaría a Carmona a darse de baja como militante. Tampoco respondió a la pregunta de si la dirección prevé abrir algún expediente sancionador o de expulsión. Su decisión la tomó "a título individual", y "ahí se queda". "No tenemos nada en contra de Iberdrola o de Carmona, pero es un militante de base. Él sabrá lo que hace. No es una buena decisión", zanjó la portavoz, para reiterar que la interlocución con las eléctricas la comanda el Gobierno, y no descansará en el exconcejal.

La comisión ejecutiva federal (CEF) del PSOE tendría un asidero para suspender de militancia a Carmona o incluso echarle del partido. El artículo 88 de los estatutos califica de falta grave (que conlleva la suspensión de afiliación y/o inhabilitación para el desempeño de cargo público u orgánico por un periodo de tiempo de más de dos meses y hasta 18 meses) "cualquier actuación" que contradiga los principios del PSOE o su código ético y suponga una "mala conducta cívica o ética" y sea considerada grave por la CEF. Y el 89 estipula como faltas muy graves —que comporta la suspensión de militancia o inhabilitación para el ejercicio de cargo público por más de 18 meses o la expulsión del partido— "cualquier actuación" que considere así la ejecutiva federal.