El silencio en La Rambla. Un silencio profundo, conmovedor. El de hace cuatro años, cuando el horror se clavó en el corazón de la capital catalana. El silencio de este martes en ese mismo lugar, para honrar a las víctimas. Dieciséis fallecidos y más de trescientas personas afectadas por los atentados de Barcelona y Cambrils. Para rendirles homenaje, las propias víctimas han sido las únicas protagonistas, también en silencio, sin discursos, en un minuto de silencio, punteado por El Cant dels Ocells interpretado en directo. Detrás de ellas, las autoridades. Y también todos los equipos policiales, sanitarios y psicológicos que también formaron parte del operativo que se desplegó tras el desastre.

En el acto de este martes, en el Pla de l'Os de La Rambla, los familiares, con la mirada perdida y lágrimas en los ojos, han aguantado el trago de revivir la experiencia. Tras el minuto de silencio, han depositado claveles blancos y ramos de flores en tres grandes jarrones. Todo siempre en silencio. Después, todos los representantes institucionales, con el 'president' Pere Aragonès, la presidenta del Parlament, Laura Borràs, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, esta vez codo con codo. Seguidos de grupos parlamentarios, grupos municipales del consistorio de la capital catalana e integrantes de los Mossos d'Esquadra, la Guardia Urbana, la Policía Nacional y la Guardia Civil, que han depositado su flor y han hecho el saludo militar. No han faltado también los trabajadores de servicios sanitarios, asistentes sociales... Personas que sin duda son también damnificadas, en especial las que vivieron a pie de Rambla la devastación de ese día.

Las víctimas en el acto eran solo una pequeña parte de todos los damnificados. Lo sabe bien Robert Manrique, de la Unidad de Atención y valoración de afectados por Terrorismo (UAVAT), un hombre que lleva 34 años dedicado a la honra y dignidad de las víctimas, desde ese día que conoció también en carne propia el sablazo del terror desde la carnicería donde trabajaba, en el hipermercado Hipercor. Manrique sabe bien que entre las víctimas del 17-A hay nacionalidades diferentes y maneras distintas de digerir la pesadilla: denunciando, recurriendo contra la sentencia del pasado mes de mayo. O simplemente olvidando y desapareciendo de los focos y de la vía judicial.

"Queremos saber la verdad"

Entre las primeras, Javier Martínez, el padre de Xavi, un niño de tres años asesinado ese día. Martínez ha acudido este martes junto a su familia. Y con camisetas blancas con la imagen de Xavi y la frase: "Volem saber la veritat" ("Queremos saber la verdad"). Y es que en Martínez se aúna el dolor insoportable y un ansia insaciable por ir más allá de la sentencia y de todas la versiones oficiales de los atentados. Ha estado esta mañana en La Rambla, entre otros motivos, para "mirar a los ojos a los políticos".

En cuanto al dolor, Martínez habla a borbotones: "Estoy bien, intento recuperarme, me cuesta trabajar, hacer cosas, tengo la obligación de tirar adelante, estoy muy tocado, esto no se olvida nunca, que te lo asesinen no se puede asumir, porque se trata de un grupo terrorista que está en todo el mundo, ¿contra quién focalizas? Es muy difícil”.

La oficina pendiente

Y respecto a la investigación de los hechos, él forma parte de las familias que presentaran recurso tras la reciente sentencia condenatoria respecto a tres de los jóvenes. Javier siente una profunda angustia porque se muestra convencido de que la verdad está todavía pendiente de conocerse. Habla, también a borbotones, de investigar quién conducía la furgoneta de Alcanar, de documentos supuestamente esclarecedores procedentes del abogado de Villarejo, de los servicios secretos, de que no se evitó el atentado, de que hacía falta llegar al nivel 5 de alerta para que pudiera entrar el ejército en Cataluña antes del 1-O… Pero sobre todo habla de su soledad. Y de que cuando su hija se despierta de madrugada con sueños por lo sucedido, no tiene ni un teléfono de apoyo.

Mientras no llega la prometida oficina institucional de atención a las víctimas, quien atiende en buena medida a más de 200 personas –entre familiares, heridos y testigos presenciales- es la organización que lidera Manrique. Con la solidaridad de otras asociaciones, como la de víctimas del 11-M. De esta entidad procede una de las ofrendas florales que ha presidido el acto de este martes en La Rambla, en medio de un sobrecogedor y respetuoso silencio. Parecido al que sucedió al horror de cuatro años atrás.