“Esa noche yo fui testigo también, todavía niño, de aquel episodio histórico y aprendí el inmenso, el incalculable valor que tiene la libertad para el pueblo español”, ha dicho Felipe VI este martes en el acto de conmemoración del frustrado golpe del 23 de febrero de 1981. El muchacho de 13 años al que su padre sentó junto a sí para que viera cómo se gana la vida un rey durante una noche de altísima tensión ha acudido al Congreso este martes, llevando él las canas y la corona, a recordar la jornada en que, hace 40 años, España se lo jugó todo.

El rey Felipe VI ha señalado hoy en la Cámara Baja tres factores que neutralizaron aquel “ataque de extraordinaria gravedad contra el sistema democrático de derechos y libertades aprobado por la Constitución de 1978”, factores que ha citado en este orden: “El rechazo institucional y ciudadano a la ruptura de nuestro marco de convivencia”, “la honda convicción democrática de los parlamentarios y miembros del Gobierno que durante aquellas largas horas del 23 al 24 de febrero de 1981 fueron retenidos en la Cámara” y el hecho de que “el Rey Juan Carlos I asumió como Jefe del Estado su responsabilidad y su compromiso con la Constitución”.

Ante representantes de un parlamento formado por diputados que, de edad media, tenían solo siete años cuando el teniente coronel Antonio Tejero y sus guardias civiles entraron disparando al techo, el sucesor de Juan Carlos de Borbón ha reivindicado su figura recordando que “su firmeza y autoridad fueron determinantes para el triunfo de la democracia”.

Reivindicando otra figura histórica, ha querido “con gran admiración y gratitud, significar en la persona del Presidente del Gobierno Adolfo Suárez una larga lista de hombres y mujeres, civiles y militares, que todos tenemos en mente, que ofrecieron esa noche, también junto a los medios de comunicación, un ejemplo de coraje”, ha dicho. [La élite que quiso tumbar a Suárez (y precipitó el 23-F)]

Defensa de la libertad

Felipe VI ha expresado la necesidad de que “todos, ciudadanos e Instituciones, debamos sentirnos comprometidos y obligados a defender, proteger y preservar nuestra convivencia en democracia y libertad”.

Y esto porque “sabemos lo difícil que fue alcanzarla y que siempre hay riesgos que la pueden amenazar”, y porque la democracia “es un bien delicado que precisa del mayor cuidado” y “su erosión pone en cuestión y, por tanto, en peligro, los derechos y libertades de los ciudadanos”.

El Rey ha animado a los ciudadanos a preservar la democracia como “premisa irrenunciable para el pleno desarrollo de nuestro país y para el progreso, el bienestar y la prosperidad”. En su intervención conmemorativa, Felipe de Borbón ha hecho alusión a las enormes manifestaciones de rechazo que sucedieron a la asonada: “Se lo debemos, en definitiva, al pueblo español que, días después de aquella noche que hoy recordamos, manifestó de manera ejemplar su defensa de la libertad, la democracia y la Constitución”.

En su discurso ha reafirmado con solemnidad que “es inequívoca la voluntad de la Corona de ser una institución que incluya, integre y cohesione a todos los españoles”. Y, como para subrayarlo, ha finalizado con una despedida en euskera, catalán y gallego además de en lengua castellana.

Sin aplausos de Iglesias

Ni Pablo Iglesias ni los tres miembros de Podemos en la Mesa del Congreso, Gerardo Pisarello, Gloria Elizo y Javier Sánchez Serna, han aplaudido la intervención del monarca, permaneciendo con las manos en el regazo mientras el Rey volvía a su asiento.

Ya antes, en la puerta del Congreso, Iglesias había cuestionado “que la monarquía sea condición de posibilidad de la democracia”, y había explicado que asistía al acto porque “somos enormemente institucionales”, aunque “no nos vamos a callar lo que pensamos”, advirtió.

Ha recibido al Rey en la Carrera de San Jerónimo de Madrid un sol parecido en timidez al de la mañana del 24F de 1981, cuando los guardias civiles que tomaron el Congreso salían saltando por las ventanas. Ante el palacio de las Cortes, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, además de la presidenta del Senado, Pilar Llop y los presidentes de los tribunales Supremo y Constitucional, Carlos Lesmes y Juan José González Rivas, han acompañado al monarca hasta las escaleras que guardan los dos leones de bronce de la puerta principal.

Se oían en la calle vivas al rey, pronunciadas sobre todo por diputados de Vox que llevaban mascarillas con logos de su formación. Dentro, esperaban al Rey los cuatro vicepresidentes del Ejecutivo, Carmen Calvo, Pablo Iglesias -este ataviado con corbata y adornando su atuendo con una chapa de la Unión Militar Democrática-, Nadia Calviño y Teresa Rivero. En el saludo han participado también el líder de la oposición, Pablo Casado -Sánchez y Casado coinciden justo cuando sus partidos están ultimando un acuerdo para la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), cuyo mandato caducó hace más de dos años-, los componentes de la mesa del Congreso, los ponentes de la Constitución y los portavoces de los grupos parlamentarios que han querido participar en este acto.

Antes de la intervención del monarca, la presidenta del Congreso, la socialista Meritxell Batet, también ha recuperado el papel de Juan Carlos I y de la sociedad civil para neutralizar a la asonada. “Recordamos que la sociedad española y los poderes democráticos utilizaron su legitimidad y los instrumentos que la Constitución les confiere”, ha dicho, antes de semblar “la decidida reacción de nuestras instituciones públicas, encabezadas por su majestad el rey don Juan Carlos, para derrotar a los golpistas”.

Solo dejaron su fracaso

Para Batet, “quienes pretendieron destruir la democracia no han dejado más que su recuerdo como ejemplo de fracaso”, y “quienes actuaron con decisión en defensa de la democracia construyeron el camino que han seguido después las instituciones. Ganaron el futuro para España”.

La presidenta de la Cámara Baja ha hecho un llamamiento a no decaer en la protección de las libertades, señalando fenómenos modernos como la polarización o la desinformación, que considera tan peligrosos como el del involucionismo que animaba a los golpistas. “La democracia exige compromiso diario, defensa permanente y esfuerzo constante”, ha afirmado.

Hoy el sistema afronta otros riesgos, y entre ellos “la deslegitimación y la instrumentalización de las instituciones democráticas, para convertirlas en una fachada despojada de sus contenidos fundamentales: el pluralismo, las libertades y la cohesión social”.

Con un guiño a un ensayo muy en boga, ha reflexionado Batet sobre “cómo mueren las democracias”, y ha citado como una de sus amenazas “el mundo de las redes sociales y su paradójica consecuencia de comunidades crecientemente aisladas”, ante el cual cree que “nuestra confianza en el futuro se fundamenta en garantizar los instrumentos de información libre y sólida”.

Ha pedido Meritxell Batet seguir “el ejemplo de unión, valor y acción que nos brinda la respuesta que se dio hace cuarenta años”, y “no dar carta de naturaleza a divisiones de los ciudadanos”, valorando “el crecimiento de lo común, de los espacios de acuerdo, frente a la polarización”.

ERC, PNV, Bildu, Junts, el PDECat, el BNG y la CUP no acuden a la cita, en línea con lo que suelen hacer en los actos en los que participa el Rey o que conmemoran los aniversarios de la Constitución. Quienes sí han estado, además del PSOE, el PP, Vox y Ciudadanos, es Unidas Podemos, al igual que Más País-Equo y buena parte del Grupo Mixto.