Sin apenas suspense y fiel a la música que esbozaron las encuestas previas, pero con cambios en la letra, el PNV ganó este domingo las elecciones al Parlamento vasco logrando uno de sus mayores resultados tras la restauración democrática, a un solo escaño ( y 2,5 puntos menos) de los que obtuvo Carlos Garaikoetxea, en 1984. Un ascenso, respecto 2016, de tres actas que, complementado con el del PSE de Idoia Mendia, que pasó de nueve a 10, garantizan a Iñigo Urkullu una plácida legislatura (la tercera como lendakari) con el apoyo de la mayoría absoluta de la Cámara de Vitoria. Si el bipartito sumaba hasta ahora 37 asientos, uno menos de esa mayoría de confort, ahora se irán hasta los 41. El gran protagonista, con todo, fue la abstención. Mínimo histórico de participación (52,86%)y 11 puntos menos que en el 2016.

Eso permitió que Vox entrara en la Cámara, por Álava, con apenas 4.700 votos, 17.000 en el conjunto de la comunidad autónoma. En 2012, Ciudadanos, con un resultado parecido en ese territorio foral se quedó fuera del Parlamento.

Viga maestra futura

Un auge de las fuerzas del Gobierno que no suponen un descenso del principal partido de la oposición. EH Bildu, con Maddalen Iriarte como cabeza de cartel por la inhabilitación de Arnaldo Otegi, alcanzó su mejor resultado histórico, pasando de los 18 a los 22, superando en un escaño los logrados en 2012, y con tres puntos más de porcentaje de voto, hasta el 27,5%. Un ascenso, que junto a la entrada de Vox, es de las pocas cosas que no fue plenamente detectado por las encuestas. Este resultado supone un espaldarazo a la nueva vía abierta por los independentistas vascos de pactar en Madrid con el Gobierno del PSOE.

Unas cifras que sitúan a los bildutarras como viga maestra de una posible, y futura, alternativa de izquierdas al PNV. De momento, la suma con PSE y Elkarrekin Podemo alcanza los 38. Pero hay que contar con que no es la apuesta actual de los socialistas vascos.

Los 53 diputados nacionalistas-independentistas suponen, curiosamente, un nuevo récord tras la campaña menos esencialista que se recuerda en Euskadi. daría incluso para una reforma estatutaria, al superar los dos tercios de la Cámara.

Y esa es la duda. Tanto Urkullu, como el presidente del partido, Andoni Ortuzar, fijaron tres objetivos para este mandato. Creación de empleo, salvaguardar la cohesión social y, como tercer elemento, la mejora del autogobierno.

Ortuzar tras dar por «cumplido» el objetivo de estas elecciones, tendió la mano a todos los partidos para hacer frente a las consecuancias de la pandemia. «Ante una crisis excepcional, una solución excepcional: ausolan», palabra en euskera que significa trabajo comunitario y solidario.

La ley electoral vasca concede 25 escaños a cada uno de los tres territorios forales, con independencia de su población. El censo en Álava es de 250.000 electores, por los 910.000 (casi cuatro veces más) de Vizcaya y los 550.000 de Guipúzcoa

Elkarrekin Podemos y la alianza entre el PP y Ciudadanos sufrieron un serio batacazo.El partido de Pablo Iglesias casi perdió la mitad de sus representantes al pasar de 11 a solo cinco y casi seis puntos del 14% logrado en el 2016.

Batacazo de Génova

La coalición entre el PP y Ciudadanos, que sumaban nueve (todos de los populares) perdieron cuatro (curiosamente, o no, casi los que gana el PNV), situándose en cinco. El PP, en solitario, logró hace cuatro años el 10,11% de los sufragios, cuatro puntos más que ayer, en alianza, además, con la fuerza de Inés Arrimadas. Un fracaso de la apuesta de Génova de colocar a Carlos Iturgaiz tras apartar al más vasquista Alfonso Alonso.