Una especie de efecto bandera ha recorrido Europa durante el duro confinamiento. La mayoría de ejecutivos han resistido bien en las encuestas sostenidos por esa humana tendencia a apoyar a los gobernantes en momentos de emergencia nacional. Cosa distinta es cómo se ha repartido el lógico desgaste entre los aliados en gobiernos de coalición, y, en la mayoría de los ejemplos europeos, suele ser el socio pequeño el menos favorecido. España no ha sido una excepción a ninguna de las dos reglas. La intensidad del terremoto global no ha provocado grandes convulsiones en el tablero electoral, pero sí se dejan sentir ya algunos efectos que, probablemente, la economía se encargará en los próximos meses de agudizar o revertir.

Para tratarse de la peor epidemia vírica en un siglo, puede decirse que el Gobierno ha salvado razonablemente los muebles con su gestión del estado de alarma. El promedio del medio centenar de encuestas publicadas durante los últimos tres meses indican que el PSOE de Pedro Sánchez, que ha logrado salvar, no sin serios apuros, seis prórrogas de la alarma, volvería a ganar las elecciones con un apoyo similar al que obtuvo en las generales de noviembre pasado. En cambio, su socio del Ejecutivo, Unidas Podemos, sufre una leve erosión tras haber tenido que lidiar nada menos que con el aluvión de ERTE y los primeros latigazos del desempleo.

Vasos comunicantes

Del desgaste gubernamental se beneficia, sobre todo, el PP, pero el crecimiento le resulta insuficiente a Pablo Casado para amenazar la primacía de las izquierdas. Entre otros motivos, porque las derechas siguen siendo vasos comunicantes: los populares suben a costa de Vox y, en menor medida, de Cs, cuyo giro centrista le ha hecho frenar la sangría.

Los cálculos realizados por este diario a partir de una fórmula empleada por Iván Serrano, investigador de la UOC, corresponden a la media ponderada de los principales sondeos difundidos. La ponderación se realiza en función del tamaño de la muestra -cuanto más grande, mayor valor- y de la fecha del trabajo de campo -cuanto más reciente, más significativa-.

La ventaja de Sánchez sobre Casado, que fue de 7 puntos en los comicios, ha descendido hasta los 5,3 puntos. Por eso, los socialistas se sitúan en el 28,1% de los votos, una décima más que en los últimos comicios, mientras que los populares han escalado hasta el 22,8%, dos puntos más que en las urnas. Las huestes de Pablo Iglesias se han dejado 1,2 puntos por el camino y se sitúan en el 11,6% de las papeletas, siendo la formación, junto con Vox, más perjudicada por los 100 días de alarma.

Hay que pensar que, al ser una media, recoge tanto las proyecciones más favorables al Gobierno (las del CIS) como las más halagüeñas para la oposición.