El lendakari, Iñigo Urkullu, y el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, anunciaron ayer elecciones para el domingo 12 de julio, tras escuchar a los partidos políticos y deliberarlo con sus gobiernos de forma extraordinaria. Ambos comicios se celebrarán más de cuatro meses después del 5-A, suspendido por la pandemia.

Urkullu aseguró que julio «ofrece garantías» y que, si se reproducen las circunstancias que aplazaron la cita de abril, volverá a anular la convocatoria y habría alternativa para ir a las urnas antes del 25 de octubre. «Es importante recordar que convocar las elecciones responde, primero, a un derecho fundamental de la ciudadanía que hay que respetar; y, segundo, es una obligación legal que debo cumplir».

Los informes sanitarios esgrimidos por Feijóo avalan también la segunda semana de julio como la más segura para votar, al ser la más próxima al principio del verano, ya que legalmente deben transcurrir 54 días entre la llamada a las urnas y la votación.

ENMIENDA CLAVE / Para que se cumpla este margen temporal, el decreto electoral tendría que publicarse a más tardar en la edición de hoy del Diario Oficial de Galicia (DOG). La de ayer publicó el acuerdo aprobado en el último Consejo de la Xunta que ajusta la situación de emergencia sanitaria en el marco jurídico derivado del último estado de alarma, que deja vía libre a las urnas.

«Tengo que elegir entre lo que me recomiendan por escrito los expertos sanitarios o el rechazo de las opiniones de algunos partidos de la oposición (PSdeG, BNG y En Común). Lo más prudente es seguir las recomendaciones de los expertos sanitarios y legales», argumentó Feijóo, quien destacó que «dejar pasar el tiempo aumenta las incertezas y la inseguridad sanitaria y jurídica».

Avalado por la junta electoral y publicado en el DOG el 18 de marzo, el decreto gallego determinaba, al margen de la suspensión de los comicios, el protocolo a seguir para una nueva convocatoria. Pero frente al contenido de este decreto, a cuyos compromisos se aferra la oposición, juega un papel clave la norma aprobada en el Congreso para prorrogar el último periodo del estado de alarma en España, al incorporar una enmienda del PNV que da vía libre, desde una perspectiva jurídica, para la celebración de los comicios autonómicos.

Desde que Feijóo admitió que buscaba la «quincena más segura» para las elecciones, los pasos del presidente gallego y del vasco han ido en paralelo. Incluso escucharon a los partidos el mismo día. Habían coincidido también en convocar para el 5-A, que hubiera sido la cuarta vez consecutiva desde el 2009 que gallegos y vascos acudirían de la mano a las urnas.

La primera coincidencia la provocó Juan José Ibarretxe, quien se sumó a la fecha elegida en Galicia por Emilio Pérez Touriño. Ese 1 de marzo, Feijóo recuperó la Xunta para el PP y, desde entonces, secundó las dos fechas que fijaron los presidentes vascos: primero con Patxi López, quien las adelantó al 21 de octubre del 2012, y después, el 25 de septiembre del 2016, ya con Urkullu. Sigue la duda de si habrá también elecciones este año en Cataluña. Quim Torra había dicho que las convocaría tras aprobar los presupuestos pero ahora, pese a la presión de ERC, es reticente.