No deja de ser sorprendente que un partido como el PP que, pese a las evidencias científicas y empíricas, se resiste a admitir la catástrofe medioambiental se dedique sin descanso a predicar el apocalipsis político para el caso de que se consolide en España el pacto de Gobierno entre PSOE y Podemos con la ayuda de ERC. Parecía que su líder, Pablo Casado, se había moderado en la reciente campaña electoral, pero debió ser una simple ilusión porque ahora no solo ha olvidado sus promesas de desbloquear la investidura sino que, con un discurso alarmista que no contribuye al necesario sosiego político, acusa a Pedro Sánchez de pretender «un cambio de régimen».

Pero ¿de qué habla Casado cuando habla de cambio de régimen? Es difícil de adivinar. Cuando más explícito ha sido ha farfullado algo sobre la intención del PSOE, los comunistas y los independentistas de deshacer los consensos básicos de la Transición y la Constitución para acabar con el PP, algo que, según él, ocurriría, por ejemplo, si los populares favoceren la elección de Sánchez como presidente. No cabe duda de que el partido de Casado entraría en crisis si se abstuviera en la investidura. También les ocurrió a los socialistas en el 2016 cuando facilitaron la reelección de Mariano Rajoy con una división interna que los llevó al borde del precipicio.

Cuando alguien habla de cambio de sistema se refiere a algo más que a una crisis de su partido -salvo que lo confunda con el régimen-. Está hablando de una metamorfosis radical de las reglas constitucionales para, por ejemplo, cambiar Monarquía por república o economía libre de mercado por planes quinquenales o Parlamento por soviets... Solo que si Esperanza Aguirre fue capaz de pronunciar la palabra soviet en la campaña municipal del 2015 para atacar a los podemistas, Casado prefiere dejar caer la idea de la mutación sistémica sin precisar, seguramente porque sabe que además de alarma en los sectores más crédulos solo provocaría hilaridad en el común de los mortales.

Puede que el líder del PP lo diga también porque quiera dar a entender que el Gobierno de Sánchez y Pablo Iglesias vaya a estar dispuesto a «romper España» concediendo la independencia a Cataluña. De ahí la acusación de que los socialistas buscan «blanquear» a los «golpistas» para modificar la Constitución «por la puerta de atrás».

Son acusaciones muy graves que no provienen de una persona que desconozca los mecanismos de reforma constitucional, sino de alguien que sabe que no hay puerta de atrás para cambiar la Carta Magna, que conoce las reglas para su modificación, que no ignora que ello exige unas mayorías cualificadas que es imposible que se den salvo que el PP se sumara al acuerdo.

Se trata, por tanto, de afirmaciones que intentan minar la legitimidad de un Ejecutivo de las izquierdas alertando de males imposibles, mientras elude cualquier responsabilidad para que la situación mejore.