La N-II entre La Jonquera y El Pertús huele a embrague que alimenta. Son apenas seis kilómetros, pero este lunes más vale recorrerlos andando para no perder ni la paciencia ni el motor. La autopista está cortada justo en el puente que separa España de Francia desde primera hora de la mañana, tras una acción coordinada por el denominado Tsunami democràtic a la que se han sumado varios cientos de vehículos. Han acampado, han levantado barricadas, han instalado un escenario y se han organizado con el objetivo de quedarse como mínimo tres días. Aunque eso no depende de ellos. O no solo de ellos.

Quién le iba a decir a Lluís Llach que cantaría L'Estacaen una autopista. Y en un concierto que parecía sacado de la película Cars, con todos esos autos y camiones como improvisado público. Ha sido el toque más folclórico de esta primera jornada, en la que los jóvenes del lugar se han encargado de buscar leña para las hogueras nocturnas y de fabricar barreras con todo lo que pudieran encontrar -como un bloque de cemento de una obra en el asfalto- o arrancar -como las vallas que separan la arteria de una caída de unos 100 metros de altura-. Parece mentira la cantidad de cosas que hay en una autopista sin que los conductores se den cuenta.

Adiós, Eurovegas

Llama la atención la cantidad de personas veteranas que se han desplazado hasta el salto estatal. Como Xavi y Lluís, venidos desde Sant Boi, de 64 y 72 años, con décadas de batalla social en las espaldas. Como la guerra contra el Eurovegas del magnate Sheldon Adelson que casi les encasquetan en el parque agrario del Baix Llobregat. Se han traído un par de tiendas -nada de compartir habitación- y se quedarán hasta que el cuerpo aguante. Van bien abrigados y tienen buena cara. Y Lluís no tiene pinta de soltar la bandera republicana ni que le pase un tanque francés AMX-56 Leclerc por encima.

La protesta ha generado indignación en los popes económicos del país. Foment del Treball ha pedido una "declaración contundente" del 'president' Quim Torra contra el corte de la frontera. Pero nada. Desde dentro del 'campamento', la camionera Nani, de nacionalidad rumana pero con 20 años de residencia cerca de Rubí, es menos política y más práctica. Venía de Dinamarca y lo ha visto venir. Justo al pasar el collado de El Pertús se ha dado cuenta de que algo ni iba bien, de que los coches empezaban a frenar de golpe. Ha intentado dar gas pero las 40 toneladas que lleva bajos sus pies se lo han impedido. Carga, por cierto, aceite a una temperatura determinada. Si pasan los días, se echará todo a perder. "Yo les entiendo, pero no sé hasta qué punto ellos nos entienden a nosotros", desliza, al tiempo que un joven le trae una pera y un plátano. Como ella, varias decenas de camiones, en ambos sentidos, se han quedado sin poder salir de la tela de araña independentista.

Uno de los mensajes de la ocupación de la frontera de La Jonquera. Foto: ALEJANDRO GARCÍA (EFE)

Cada oveja en su corral

En el lado español, dentro de los límites que marca el enorme cartel con la palabra 'España' dentro de las estrellas que muchos relacionan con Eurovisión, los Mossos, una reducidísima delegación, aguardan instrucciones. En la vertiente francesa, quizás más entrenados gracias y por culpa de los 'chalecos amarillos' y porque quizás crean que no tienen que guardar tanto las formas, la gendarmería ha empezado a retirar vehículos con grúas, y una línea de agentes armados y blindados hasta los dientes, pero sin el casco puesto -buena señal- protegía la primera pisada gala. Por el altavoz del 'tsunami' se ha pedido efectivos en ese punto por el temor de una carga policial. Pero no se ha producido. Y con la caída de la noche, cualquiera se pone a liarse a porrazos en pleno viaducto.

La oscuridad ha llegado a la frontera y era muy comentada la lluna llena que está por venir la noche del lunes. Tienen hogueras, música, mesas, camas, tiendas, bebidas, baños. Y ningunas ganas de moverse de aquí en estos tres días. Pero lo dicho: eso es algo que no solo depende de ellos...