El 27 de febrero de 1939 Manuel Azaña firmó su dimisión como presidente de la II República española en un pueblo próximo a Ginebra, Collonges-sous-Salève. Lo hizo en una mesa de una casa señorial propiedad de Marcel Griaule, el hombre que le acogió en la primera etapa de su exilio francés.

Ese escritorio se ha conservado durante 80 años gracias a que Griaule y, años más tarde, su nieto Luc Franzoni fueron plenamente conscientes del valor simbólico que tenía el mueble en el que Azaña selló el último acto de la República. La familia lo donó al Ayuntamiento de Collonges pero, descontenta con el trato que le dieron, decide ponerse en contacto con asociaciones de exiliados y refugiados españoles.

Es cuando Françoise Ledesma, de 83 años e hija de republicanos españoles, se compromete a hacerle llegar a las autoridades españolas el interés de la familia Franzoni por donar la mesa a España. Un acto conmemorativo de la Segunda Guerra Mundial celebrado en Annecy, en el que Ledesma coincide con miembros de España Global hace el resto y en julio de este año se firma el cambio de titularidad de la mesa.

El mueble, pequeño con incrustaciones florales, ovalado y de estilo Boulle, un famoso ebanista francés, viajó desde Collonges al consulado de Lyon y desde ahí a la Embajada en París, donde este viernes la secretaria de Estado de España Global, Irene Lozano, en presencia del embajador Fernando Carderera, y diversas autoridades francesas ha condecorado a Franzoni para agradecerle su gesto.

SÍMBOLO DE LA HISTORIA

En Francia encuentra Azaña la complicidad de la familia Griaule-Franzoni, personas comprometidas con la democracia y la libertad, testimonio de la unidad profunda de los europeos en torno a la paz y la libertad, ha destacado Lozano. Al recibir la medalla al mérito civil, Franzoni, de 68 años, se ha mostrado orgulloso de que el escritorio vaya a una España democrática y en paz reconciliada con ella misma.

Para mí no es una mesa, es un símbolo que representa la historia de España, Un recuerdo no muy alegre, porque fue el fin de una época, el fin de un sueño, decía Françoise Ledesma a la prensa.

Azaña no solo firmó su renuncia a la presidencia en ese mueble. Probablemente redactó también parte de sus diarios y esa dimensión intelectual se ha puesto igualmente de relieve durante el acto. El destino final de la mesa -inventariada como objeto de patrimonio en el Ministerio de Asuntos Exteriores- no se ha decidido, pero en noviembre formará parte de la exposición sobre la memoria del exilio que organiza el Ministerio de Justicia, ha explicado Lozano.