La investidura sigue varada en la vía muerta del desencuentro entre Pablo Iglesias y Pedro Sánchez. La última maniobra del líder de Unidas Podemos, que reculó ayer para aceptar una coalición parecida a la que el PSOE ofreció en julio, no ha logrado encarrilar las negociaciones, no disipa la sensación de fracaso y plantea una incógnita descarnada. ¿Vamos a asistir ahora a un intento veraz para alcanzar un acuerdo o estamos ya ante los primeros fuegos artificiales de una nueva campaña electoral?

Las pistas, de momento, son descorazonadoras. El PSOE valoró en pocas horas que la oferta que Iglesias había puesto sobre la mesa por la mañana es «inviable». El jefe podemita acepta ahora una coalición aunque no consiga el Ministerio de Trabajo, algo que en julio defendió como irrenunciable y que desencadenó el fiasco de la investidura fallida. Tras admitir a los suyos que arriesgó demasiado presionando a Sánchez, Iglesias plantea ahora cuatro posibilidades. En todas reclama la creación ad hoc de una vicepresidencia de Derechos Sociales e Igualdad y tres ministerios. En dos de las cuatro propuestas desaparece el de Trabajo pero reclama, a cambio, Transición Energética, un área a la que el PSOE se aferra.

Quienes quieren ver el vaso medio lleno argumentan que, a fin de cuentas, Iglesias cede y Sánchez puede cerrar ahora algo parecido a lo que planteó en julio. Quienes ven el vaso medio vacío razonan que recular ahora es en vano porque la propuesta de coalición decayó con la investidura fallida.

Esto último esgrimieron los socialistas tras analizar el documento. Agradecen el intento pero aducen que la oferta de un cogobierno ha expirado, que la desconfianza permanece y apuntan a otros caminos, que no concretan. «Creemos que una vez se ha evidenciado inviable la fórmula de coalición, es deber de todos los partidos, también de UP, explorar otras fórmulas de gobernabilidad para España. Invitamos a UP a trabajar en esta dirección», respondió el PSOE en un comunicado en el que se subraya la ausencia de sintonía en cuestiones fundamentales como la crisis catalana.

La posición de los morados al respecto ha sufrido considerables vaivenes. Defendieron el derecho de autodeterminación y referéndum, pero ahora, en aras a allanar su entrada en la Moncloa, se conforman con «impulsar una mesa de diálogo multilateral sobre Cataluña» que contribuya al «acercamiento institucional» entre la Generalitat y el Gobierno para buscar «soluciones y diagnósticos comunes al conflicto territorial».

Más allá de la crisis catalana, el PSOE reconoce que hay entendimiento en lo programático. La propuesta de Unidas Podemos está basada en el documento elaborado por el PSOE España Avanza y en el acuerdo presupuestario que ambas formaciones rubricaron el otoño pasado, cuando los recelos mutuos hibernaban bajo las alfombras.

Lo cierto es que los movimientos que den a partir de ahora ambos partidos pueden conducir tanto a un acuerdo como a todo lo contrario: la mera escenificación de que buscan un pacto cuando en realidad dan por hecho que habrá elecciones el 10 de noviembre y todo lo que ocurra en las próximas semanas sean los fuegos artificiales que inauguran la enésima campaña.