El Gobierno ya da por desterrado el riesgo de que el cadáver de Francisco Franco, una vez sea exhumado del Valle de los Caídos, vaya a la catedral de la Almudena, en pleno centro de Madrid. El Ejecutivo sostenía hasta ahora que no podía hacer nada para evitarlo si los nietos del dictador se empeñaban en trasladar sus retos al templo católico, donde son propietarios de una cripta. La Iglesia señalaba algo parecido. Pero ahora el enfoque ha cambiado. Un día después de su reunión con el secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Pietro Parolin, la vicepresidenta, Carmen Calvo, ha dado por hecho que Franco no recalará en la Almudena.

Calvo ha explicado este martes en el Congreso que el Gobierno "tiene que garantizar que no se enaltece a Franco en ningún lugar". Tampoco en la Almudena, aunque sea propiedad de la Iglesia. La catedral se encuentra a solo 900 metros de la Puerta del Sol, en una de las zonas más concurridas de la capital, y podría convertirse en un lugar de peregrinación para los defensores del dictador. La Santa Sede, ha continuado la número dos del Ejecutivo, está de acuerdo.

Parolin, ha dicho Calvo, "entendió que debemos intentar buscar una salida para que los restos de Franco estén en un lugar donde no pueda ser objeto de ningún homenaje".

"A ellos [la Iglesia] tampoco les parece bien. Vamos a trabajar de forma conjunta para que no sea enterrado allí", ha concluido la vicepresidenta.