Los tres principales partidos secesionistas, PDECat, ERC y la CUP, se hallan en plenas negociaciones para pactar unos puntos en común del programa electoral cara a las elecciones de dentro de menos de un mes y una gran zanja divide a los dos grandes, posconvergentes y republicanos, del pequeño, los anticapitalistas: el mantenerse o no en la unilateralidad.

El PDECat (transmutado temporalmente en el partido del president, es decir, Junts per Catalunya) y ERC, vistos los resultados del pulso mantenido con el Estado, es decir, el nulo reconocimiento internacional, la encarcelación o exilio de los primeros espadas del independentismo e, incluso, la amenaza explícita, según Carles Puigdemont y Marta Rovira, se replantean la unilateralidad. Además, por ejemplo, el Parlament ya ha alcanzado su cénit, con la propia declaración de independencia, así que el primer partido en las encuestas, ERC, opta por afirmar que lo que toca es dotar de contenido a esa república más que incidir en su nacimiento, a la espera de que el 21-D genere una ola que sitúe al secesionismo en el campo de la mayoría, es decir, con más del 50% del apoyo. Como muestra, el botón de lo dicho por el diputado republicano Joan Tardà ayer: «Puede que haya que explorar otros caminos al margen de la unilateralidad» para poder lograr la independencia de Cataluña.

La CUP, por su parte, ha defendido que no piensa renunciar a la unilateralidad porque ello supondría «renegar de los propios principios», señaló la portavoz de la dirección del partido Núria Gibert. «La unilateralidad no es la maniobra de cuatro locos, sino la consecuencia de que el Estado se haya negado en redondo a negociar con el Govern y el Parlament» siguió Gibert, que resumió la situación, bajo la óptica de los anticapitalistas con un «la unilateralidad la ha escogido el Gobierno de Mariano Rajoy. Es la única vía que nos queda».

Las palabras de la CUP venían a cuento de la publicación en Naciodigital.cat de un principio de acuerdo entre JXC (PDECat) y ERC sobre ese programa en común. De los nueve, la mayoría eran enunciaciones más o menos obvias en defensa de las instituciones, de los encarcelados y en contra del 155.

El meollo de la cuestión es el último punto, el que aboga por «alcanzar una negociación bilateral con el Estado y la UE» para llegar a una «plena independencia y la efectiva y pacífica articulación a la República catalana. ERC señaló que ese documento era un mero texto de trabajo que tiene ya semanas de vida y que no es la propuesta que se maneja ahora. «Es un punto de partida y no supone ningún pacto».

A todo esto, el vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado, ya advirtió la semana pasada que, de bilateralidad, ni hablar. Ni tan solo para negociar un nuevo pacto de financiación. «La bilateralidad no vino bien cuando el PSOE hizo un pacto de financiación que apenas duró unos años, y tampoco ahora, cuando ya ha visto todo el mundo que la identidad catalana no se puede contraponer contra nadie», sentenció.

Las fuentes de la candidatura del expresidente también han enfriado mucho la concreción del pacto. Coinciden con ERC en que el documento divulgado en ningún caso es la versión definitiva. Es decir, que el texto puede sufrir notables modificaciones. Dicho lo cual también enfrían la trascendencia de los contenidos del mismo. Se trata, apuntan, de una serie de cuestiones que responden a una cierta obviedad que firmarían otras candidaturas. A partir de ahí, siempre según el PDECat, la cocción del posible acuerdo con ERC es lenta. En este sentido advierten de que la prioridad en estos momentos en Junts per Catalunya es la confección del conjunto del programa propio.