El Rey instó ayer en el Congreso a no emprender «ningún camino» que conduzca a «la ruptura de la convivencia» o a la división de los españoles y advirtió de que «fuera de la ley» solo hay «arbitrariedad, imposición, inseguridad y, en último extremo, la negación misma de la libertad».

En su tercer discurso como jefe de Estado en la Cámara Baja, ante los diputados y senadores reunidos en sesión solemne para conmemorar el 40 aniversario de las primeras elecciones de la democracia, Felipe VI emplazó a los parlamentarios a no silenciar, ignorar o destruir el patrimonio construido sobre la base de la Constitución de 1978.

Acompañado por la reina Letizia, Felipe VI destacó la vigencia del modelo de la Transición en el sentido de que «nadie en España debía volver a ser enemigo de nadie» y de que «la exclusión y la imposición, la intolerancia y la discordia debían ser sustituidas por la renuncia al dogmatismo y la defensa de las propias convicciones con pleno respeto al adversario y hacia las opiniones ajenas o diferentes».

Sin aludir expresamente en ningún momento a Cataluña, el Rey defendió la vigencia del modelo constitucional que afirma la unidad nacional y reconoce «el autogobierno de sus nacionalidades y regiones», antes de subrayar que la diversidad define la propia identidad de España y precisar que «los sentimientos se deben respetar y comprender; nunca ignorar, enfrentar o dividir».

En un hemiciclo en el que los actuales diputados y senadores compartían escaños con parlamentarios de aquella legislatura constituyente, el jefe del Estado elogió la «valía y ejemplaridad» de quienes entonces construyeron un camino que «no fue un mero trámite para salir del paso» o «el proyecto de una persona, ni de un partido político», sino «una obra de todos y para todos».

«Si hoy la democracia y la libertad son una evidencia, se lo debemos a ellos; porque entonces, hay que recordarlo, no lo eran», quiso dejar claro el monarca, que apeló a la necesidad de sentirse «orgullosos» de este «extraordinario patrimonio material y moral», que no se debe silenciar, ignorar y «mucho menos destruir». El rey Felipe, que se refirió expresamente al régimen franquista como «dictadura», al igual que hizo hace un mes en un acto organizado por un medio de comunicación, dedicó al inicio de su discurso un mensaje de «gratitud, homenaje y admiración» a su padre, el rey Juan Carlos, ausente de esta ceremonia.

La «responsabilidad», el «patriotismo» y la «enorme generosidad» de los diputados de las Cortes Constituyentes fueron igualmente elogiadas por la presidenta del Congreso, Ana Pastor, quien destacó que su trabajo, alejado de «siglas e ideologías», se volcó en el objetivo común de la democracia.

«Hoy es importante, sobre todo, que hagamos saber a los más jóvenes que no fue nada fácil llegar hasta aquí», proclamó Pastor en un discurso en el que ha homenajeado a diputados de aquellos años como Adolfo Suárez, Santiago Carrillo o Ramón Rubial y también al presidente catalán, llegado del exilio, Josep Tarradellas.

«Quienes vieron en la política un instrumento para llevar a España a la reconciliación y al progreso son un espejo en el que hemos de mirarnos todos los que trabajamos hoy en el seno de las instituciones», dijo.

Los diputados de Unidos Podemos no aplaudieron al Rey, al igual que en las dos veces previas en la que Felipe VI estuvo en el Congreso, y exhibieron claveles rojos, mientras los del PDECat mostraron carteles con una urna para reivindicar el referéndum soberanista.

Antes de la sesión solemne, Podemos organizó un acto «antifranquista» para rendir homenaje a quienes combatieron la dictadura, al que se unieron diputados del PDeCAT, del PNV, Aitor Esteban, y el secretario socialista de Transparencia y Democracia Participativa, Odón Elorza.