La nueva ejecutiva del PSOE no es solo la confirmación del triunfo de Pedro Sánchez frente a Susana Díaz (y un poco menos frente a Patxi López). Además de militantes socialistas, en economía también competían estrategias distintas.

En enero, la gestora del PSOE encargó la ponencia económica a un equipo encabezado por José Carlos Díez (Universidad de Alcalá). Por el bando de Sánchez, el equipo lo lideró Manuel Escudero, un militante histórico socialista reclutado por Cristina Narbona y Josep Borrell. Tras el triunfo de Sánchez, Díez abandonó la ponencia.

Las trayectorias profesionales de los dos ponentes son indiciarias. Díez, madrileño, ha centrado su carrera en España, compaginando la docencia con el asesoramiento a la gestora de inversión Intermoney. Escudero redactó en el 2000, a la sombra de Alfonso Guerra, el programa de José Luis Rodríguez Zapatero, pero ganó José María Aznar. Escudero, vasco, trabajó en la sede de la ONU en Nueva York hasta el 2010 y a su regreso se incorporó a la Universidad de Deusto y la consultora Nearco, dedicada a estrategia corporativa. La primera pista de discrepancia la hemos tenido ya esta semana ante el cambio de posición del PSOE sobre el acuerdo comercial UE-Canadá (CETA).

La ponencia Díez tiene 10 páginas y aspiraba a recuperar las políticas clásicas del PSOE. La ponencia Escudero es más analítica de la economía global, pese a que el coordinador del texto advirtió previamente: «Somos reformistas, no radicales». Escudero pertenece al foro académico Iniciativa para el Cambio en el que también hay economistas afines a Podemos.

A los socialistas, sin matices, les preocupa principalmente el empleo. Para Díez, no hay que seguir compitiendo por precios baratos, y frente a la robotización, recolocación. Para Escudero, hay que cambiar el modelo productivo sobre la base del valor y talento. Los primeros quieren que el ICO financie mejor el I+D+i de las pymes; los segundos, un Sistema Nacional de Investigación. Unos proponían recuperar los salarios de antes de Rajoy (2011) y revisión a fondo de la reforma laboral del PP, los sanchistas quieren un nuevo Estatuto de Trabajador adaptado al siglo XXI.

Sin desmerecer a unos y otros, puede decirse que si los del centro-izquierda proponen una dieta económica sana y equilibrada basada en una exitosa capacidad de gobierno pasada, los de la izquierda renovadora se apuntan a lo que en los 80 se llamó metabolismo económico. Se trata de trasladar conceptos propios de la fisiología, y analizar la capacidad de cambio del cuerpo de los seres vivos (metabole, cambio; -ismo, capacidad). El valor de cada aportación material y la necesidad energética sirven para hablar de salud como de economía.

Díez, sin militancia hasta entonces, se hizo del PSOE el 29 de mayo. Sus propuestas de pago electrónico para mejorar la fiscalidad, de un nuevo pilar del Estado del bienestar contra la exclusión o la vivienda de alquiler, entre otras, no merecen marginarse.

CADENAS DE VALOR GLOBAL / Por ser la que marcará tendencia, del texto que ha promovido Escudero llama la atención que ya desde el inicio advierte de que «hoy casi el 60% del comercio mundial está integrado en cadenas de valor global (CVG) controladas generalmente por una multinacional».

Los países consolidados y emergentes cada vez se diferencian menos en su capacidad de producir para exportar. Vayamos aprendiendo las siglas CVG, porque es donde se libra la nueva batalla: caídos los precios de energía y transporte, las multinacionales deciden dónde fabrican. Y es precisamente ahí en donde los salarios son determinantes.

Lo ha avisado el nobel Paul Krugman y el nuevo PSOE se ha estrenado con el rechazo del CETA, que va precisamente de esto: empleo, competitividad, fiscalidad y salarios. El cambio del metabolismo es la economía mundial.