El viraje del PSOE pilotado nuevamente por Pedro Sánchez ante el Tratado de Libre Comercio entre la UE y Canadá no ha sentado muy bien en algunos sectores del partido. La baronesa andaluza, Susana Díaz, dejó entrever ayer su malestar al admitir, resignada, que no le queda «más remedio» que «respetar y aceptar» el giro. Pese a asegurar que no iba a entrar en ningún tipo de «controversia», la dirigente, que aspiró sin éxito a la secretaría general del PSOE, dio a entender su incomodidad con la decisión.

«Mi opinión la daré en el partido y no en los medios de comunicación. Los motivos de la abstención pídanselos a la dirección», espetó la presidenta de la Junta de Andalucía, en una rueda de prensa con el comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici, con quien se reunió en Sevilla.

La cúpula del partido dejó claro que cambiará su posición en asuntos que «no sean acordes» con el nuevo proyecto político que «nació» en el pasado congreso federal. «O el PSOE se adapta a los tiempos que corren, o corremos el riesgo de pasar a la historia», afirmó el alcalde de Valladolid y portavoz de la ejecutiva del PSOE, Óscar Puente. En una entrevista en la cadena SER, Puente negó que se trate de una «cuestión de conveniencia» o de concesiones al electorado que se fue a Podemos. «Da la sensación de que el pacto, por ser con Canadá, ya es bueno, y debería ser más ambicioso», señaló.

La presidenta del partido, Cristina Narbona, esgrimió un informe de la Comisión de Empleo del Parlamento Europeo, según el cual el acuerdo pone en peligro 200.000 puestos en la UE. E insistió en lo enunciado el jueves por la portavoz en el Congreso, Margarita Robles: pese al anuncio de Sánchez de abstenerse, la decisión final se tomará el lunes tras reunirse con los sindicatos.

Narbona también respondió a Moscovici, quien el jueves, tras verse con Sánchez, afirmó que no es incompatible ser de izquierdas y apoyar la globalización. «No cuestionamos la globalización, sino una forma de globalizar que ha ido encaminando la libertad plena de los capitales a costa de los derechos ambientales, sociales y laborales», subrayó. Quien sí expresó claramente su rechazo al cambio de posición fue el exministro socialista de Industria Miguel Sebastián».

Mariano Rajoy insistió ayer en la presión del Gobierno a Sánchez, al afirmar que «es muy difícil de explicar cuál es la oposición a un tratado de libre comercio con Canadá», un país «absolutamente democrático». Tras el Consejo de Ministros, el portavoz de la Moncloa, Íñigo Méndez de Vigo, reclamó al PSOE que se aclare. En la misma línea, el secretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas, criticó que el partido socialista se acerque a «los Mélenchon, Le Pen y Pablo Iglesias de turno». Y el aludido líder de Podemos manifestó que el giro del PSOE es «insuficiente, pero positivo».