Madrid tiene fama de beber la mejor agua de España. También ha sido buena para que la corrupción chapoteara a sus anchas hasta encharcar a unas cuantas instituciones del Estado -la Fiscalía Anticorrupción entre ellas- y dejar a Esperanza Aguirre con el agua al cuello. Ignacio González era el último dique de contención que la mantenía a flote. Tantos años persiguiéndolo por su controvertido ático, y lo mollar estaba en la empresa pública que gestiona el agua de Madrid, el Canal de Isabel II, desde el que, según la operación Lezo, se desviaron durante años fondos públicos para el enriquecimiento personal de unos cuantos. ¡No falta ni el cuñado!

Aguirre se ha quedado más sola que la una; no es de extrañar que apareciera sollozante, tras salir de declarar en el juicio de la Gürtel, con la voz entrecortada al confesar: «Si lo de Ignacio es verdad sería un mazazo», justo después de desentenderse de lo que se hiciera en la Comunidad de Madrid después de irse ella.

Aguirre nombró a González su sucesor, ha puesto la mano en el fuego por él, lo quiso premiar con la presidencia de Caja Madrid, lo metió en el Canal Isabel II como premio de consolación, y González, según parece, lo convirtió en un premio gordo. Aguirre lo ha apoyado con tozudez, a pesar del insistente runrún de que no era trigo limpio.

Cristina Cifuentes denunció el caso del Canal Isabel II, a rebufo de su oposición, y prometiendo plena colaboración con la justicia. Así se ha apuntado el tanto de abrir la última caja de los truenos, en una comunidad y un partido que están enfangadas hasta las trancas: Gürtel, la Púnica, ahora el caso Lezo... El álbum de fotos de los 22 años de poder de Esperanza Aguirre en Madrid parece una rueda de reconocimiento de la policía ¡Esta gente ha robado como si no hubiera un mañana!... presuntamente.

¿Es Cristina Cifuentes una inconsciente que se ha pegado un tiro en el pie? No parece. Cifuentes lleva en el PP madrileño tantos años como la propia Aguirre, ha ido medrando lenta pero segura y ahora mantiene, en equilibrio inestable, la presidencia de la Comunidad de Madrid. Lo único que le queda al PP en la capital. ¡Con todo lo que habían sido!

C’s apoya a Cifuentes a cambio de hacer limpieza, al menos mientras evite ser imputada. A mí Cifuentes me recuerda a Kate Winslet en la tabla del Titanic; quizá le podría haber hecho hueco a Di Caprio, pero lo suyo con Aguirre no es una historia de amor. El PP necesita soltar lastre y Aguirre ni siquiera tiene el comodín de la alcaldía de Madrid, su única garantía de supervivencia.

El drama es que los tiempos políticos no son los judiciales, así que González ha caído coincidiendo con la citación del juez a Mariano Rajoy para que declare como testigo por el caso Gürtel, la misma semana que Esperanza Aguirre declaraba en el juicio por el mismo caso. Ese que confesó ayer haber destapado «sin querer». Funesta coincidencia que da la impresión de que el PP está de corrupción hasta las cejas y sus propósitos de regeneración son papel mojado.