El distanciamiento entre José María Aznar, que este martes ha renunciado a la presidencia de honor del PP, y el partido con el que llegó al Gobierno se remonta al 2008. El XVI congreso nacional de los populares en Valencia estuvo precedido de una grave crisis interna tras la pérdida por parte de Mariano Rajoy de las elecciones generales del 9 de marzo de aquel año.

Rajoy llegó a aquel cónclave de junio del 2008 ninguneado por la vieja guardia del PP, con Aznar a la cabeza, y hasta el último momento intentaron disputarle la presidencia del partido. Se llegaron a barajar los nombres de Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón. En un discurso que había levantado una gran expectación, el expresidente del Gobierno, que al llegar al congreso protagonizó un frío saludo con Rajoy, acabó expresando su apoyo "responsable" a su sucesor al frente del partido, pidiéndole, eso sí, que "nadie" se quedara "por el camino". Finalmente, con el apoyo decisivo del PP valenciano, Rajoy consiguió dejar atrás el aznarismo y formar su propio equipo.

"SE TOMA NOTA"

Aznar presentaba, en noviembre del 2013, el libro de sus memorias. La sonada ausencia de los nuevos dirigentes del PP no le sentó nada bien y, con un clarificador gesto, advirtió: "Se toma nota". El expresidente se quejó abiertamente del plantón de sus compañeros de partido al señalar que la política es "un ejercicio de integración" y no de dejar "gente en la cuneta".

En abril del 2014, el expresidente lamentaba que el partido hubiera prescindido de él para la campaña de laselecicones europeasconvocadas para el mes siguiente. "Me hubiera encantado y gustado hacer un mitin con (Miguel Arias) Cañete, pero a estas alturas ya no hay tiempo", soltó. "Yo no he recibido ninguna noticia del PP y a estas alturas no puedo cambiar las cosas", remachó el expresidente.

En enero del 2015, Aznar reapareció para lanzar una pulla tras otra a Rajoy. "¿Dónde está el PP?, ¿Aspira a ganar las elecciones?", preguntó en la convención nacional del partido, ante el actual líder popular. "España necesita más PP, un PP que esté y que se note que está", dijo. Al día siguiente, Rajoy respondía a su antecesor, sin mencionarle, así: "Algo sé de este partido". Antes, había recordado que él empezó a colaborar con su partido pegando carteles.

LA ESTRATEGIA EN CATALUNYA

En septiembre del 2015, tras las elecciones al Parlament del 27-S y con los malos resultados del PPC de fondo, Aznar optó por emitir un comunicado para arremeter contra la estrategia de Rajoy en Catalunya. El momento para difundir la nota no fue elegido al azar: dos horas después de que Rajoy hablara desde la Moncloa y una hora antes de que el PP celebrara su comité ejecutivo nacional, Aznar advertía por escrito de que "el proceso secesionista" iba a "continuar más radicalizado". Y señalaba que el batacazo del PP tenía que hacer pensar a "algunos" por qué el partido del Gobierno no había sido "capaz" de "representar a la mayoría de las fuerzas constitucionales". "Ya va el quinto aviso y no se puede desoír", advertía a Rajoy. Se refería, en cuanto a los cuatro avisos anteriores, a las elecciones europeas del 2014 y a las andaluzas, municipales y autonómicas del 2015.

En octubre, Aznar insistía en sus ataques a la gestión de Rajoy en Catalunya y apuntaba a la "primacía" de Ciudadanos en el espacio de "centroderecha". Unos días más tarde, la FAES echó más leña al fuegoinsistiendo en los argumentos de Aznar en un editorial en la revista de la fundación 'Cuadernos y Pensamiento Político'. Apuntaba a la necesidad de "profundizar en las razones y en las intenciones del proyecto [el PP] que mereció una amplísima mayoría" cuatro años atrás.

TRAS EL 20-D

En diciembre del mismo año, en la reunión del comité ejecutivo nacional del PP, Aznar reclamó un congreso "abierto" en el partido. Tras las elecciones del 20-D, en las que los populares perdieron 3,6 millones de votos y 63 escaños, admitió el difícil momento que vivía el PP y anunció que no pensaba presentarse a ningún cargo en el partido. En rueda de prensa, Rajoy le respondió que el cónclave se llevaría a cabo cuando acabara el proceso de formación de gobierno y que tenía "fuerzas y ánimos" para presentarse de nuevo a la reelección como líder del PP.

Tras ese nuevo encontronazo, la primera vez que coincidieron en público fue en un acto de homenaje a Mario Vargas Llosa. La expectación estaba servida. La frialdad entre ambos volvió a acaparar los titulares. El expresidente incomodó una vez más al actual presidente del Gobierno al abogar, en su intervención en aquel acto, por "nuevos liderazgos capaces de ejercer una tracción social, moral y política a la altura de los desafíos" del momento. Rajoy, por su parte, prefirió hacer un llamamiento a "dignificar el ejercicio de la política" para no "dar pábulo al populismo".

LOS CURSOS DE LA FAES

El pasado mes de mayo, volvió a ser evidente el distanciamiento entre ambos cuando Aznar prescindió de Rajoy en los cursos de verano de la FAES, unos encuentros en los que el actual líder del PP había intervenido en los últimos 13 años. Rajoy solía encargarse de clausurar las jornadas, pero en esta ocasión, ni siquiera fue invitado a participar en las mismas. De hecho, el año anterior, la presencia del líder del PP había activado el foco mediático puesto que la víspera de la inauguración del campus Aznar se había erigido en el principal crítico y había pedido al PP "una rectificación enérgica, creíble y suficiente" para recuperar el terreno perdido.

El 3 de octubre, la FAES comunicó, coincidiendo con la llegada al banquillo de la 'trama Gürtel', a que dejaba de estar vinculada al PP. El divorcio entre la organización presidida por Aznar y el partido se producía a petición de la FAES por entender que "el modelo de financiación pública" que la sustenta, por su unión al PP, no era "el adecuado ni a las circunstancias actuales ni al futuro de la fundación". Pese a ello, ambas partes sostuvieron que la separación se había dado de mutuo acuerdo.

LA OPERACIÓN DIÁLOGO

Catalunya vuelve a desatar un sonado desencuentro a raíz del demoledor análisis de la FAES de la estrategia del Gobierno y, en concreto, de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. La número dos del Ejecutivo, actual abanderada de la denominada operación diálogo con Catalunya, reconoció el pasado 12 de diciembre algún "error" en la estrategia de su formación frente al Estatut. Esas declaraciones desataron el malestar de la fundación, que cargó contra el Gobierno y el PP por "asumir el relato que hacen" de ellos "sus adversarios".