EL PERFIL

De puntal del PP a proscrita

De puntal del PP a proscrita

De puntal del PP a proscrita

LAURA L. DAVID / VALENCIA

Hace algo más de un año y medio, desde el balcón del Ayuntamiento de Valencia, la entonces alcaldesa Rita Barberá hacía burla a la Intifalla, una protesta festiva que denunciaba el ninguneo de las autoridades populares a las víctimas del accidente del metro. Con la lengua fuera y la mano en la nariz, señalaba su privilegiada posición y les decía: «Yo, aquí». Sentía entonces que de allí no se iría nunca. Pero desde aquel día todo le fue cuesta abajo a la «alcaldesa de España», como la bautizó el mismo Mariano Rajoy.

Las elecciones municipales de mayo del año 2015 marcaron un punto de inflexión, pues echaron el cierre a su largo reinado en la capital del Turia. Durante meses resonaron los ecos de sus palabras tras conocer los resultados electorales: «¡Qué hostia... qué hostia...!».

Aunque el Partido Popular fue primera fuerza política en Valencia, Rita Barberá perdió 100.000 votos, la mitad de sus concejales y la alcaldía. Y dejó de ser aquel activo que levantaba pasiones en los mítines y al que el propio Mariano Rajoy jaleaba, a pesar de estar ya señalada en el caso Emarsa por recibir de la trama varios bolsos de Louis Vuitton (un «regalo habitual», señaló ella); en el caso Nóos (del que escapó aunque el juez José Castro vio indicios para imputarla) y en la compra pública de la empresa quebrada que organizaba el Gran Premio de Fórmula 1.

25 escoltas las 24 horas

Con la decisión del Tribunal Supremo de abrir causa penal en su contra por el caso Imelsa, se sumó a los 20 asesores o exasesores y 14 concejales o exediles investigados por el llamado pitufeo en el consistorio. El último balcón desde el que se la vio asomar fue el de su casa.

Nunca pisó mucho la calle, fuera de actos cuidadosamente preparados donde le acompañaba una cohorte de señoras y jóvenes de Nuevas Generaciones; ni bajó del coche oficial. Su Lancia Delta estuvo aparcado 23 años en el párking del ayuntamiento. Según el actual alcalde, Joan Ribó (Compromís), Barberá tenía a su disposición más de 25 agentes ejerciendo de escoltas las 24 horas, hasta en vacaciones.

En el Senado tampoco se prodigó en exceso. Sonadas han sido sus ausencias, y, a pesar de ellas, el partido la premió en la legislatura fallida con un puesto en la Diputación Permanente de la Cámara alta, blindando así su aforamiento. En la presente legislatura, repitió como vocal de la Comisión Constitucional y la de Economía, pero en una de sus últimas imágenes se la vio durmiendo en un pleno.

Musa del humor

Pese a los rumores sobre su vida privada, poco se sabía de ella. De joven fue musa del humor de Valencia y trabajó como periodista en el franquismo. Le gustaba rodearse de su familia. Su hermana Asunción (Totón) fue su jefa de gabinete en el ayuntamiento, y su sobrino Quique, empresario, contrataba habitualmente con su consistorio. A su sobrina Toti la colocó en un teatro municipal a las órdenes de José Luis Moreno (que lo hundió).

Pocos amigos se le conocían; si acaso Mª Carmen García Fuster, exsecretaria municipal del grupo popular y su más estrecha colaboradora en el consistorio (también imputada en el caso Imelsa). Parece que entre sus compañeros de equipo de las últimas décadas no cultivó amistad alguna, aunque cuando tenía mando en plaza todos la idolatraran. Hasta Alfonso Grau, que fue su mano derecha en el ayuntamiento y está procesado en Nóos, se alejó hace tiempo de su lado.

A Joan Ribó le resultaba difícil creer que quien «decidía hasta el color de las flores» que se plantaban en el puente más caro de mantener en la ciudad no estuviera «al tanto de todo». Ella admitió con orgullo que todos la llamaban «la jefa» y era habitual verla dando órdenes aquí y allá.

Ojito derecho de Manuel Fraga, fundó Alianza Popular (AP) en Valencia y se presentó a la presidencia de la Generalitat bajo estas siglas. Perdió, como la primera vez que optó a la alcaldía, con el PP, y firmó lo que luego llamó «un pacto de perdedores» con Unió Valenciana para ser regidora. Tras 32 años de diputada y 24 al frente de la tercera ciudad de España, con cuatro mayorías absolutas, fue para el PP un bien amortizado en términos contables.

Tracking Pixel Contents