En la noche del pasado domingo 17 de julio, cuando sus respectivos equipos técnicos llevaban ya días de negociación en torno a la composición de la Mesa del Congreso, Mariano Rajoy y Albert Rivera mantuvieron la primera de las dos conversaciones que iban a compartir en cuestión de unas horas. Para entonces, la polémica candidatura de Jorge Fernández Díaz para presidir el Parlamento -auspiciada por los conservadores- había quedado más que descartada por Ciudadanos.

Mariano Rajoy, ese domingo, se centró en intentar convencer a Albert Rivera de que María Dolores de Cospedal era una buena aspirante para el puesto. Y evidenciaba así sus intenciones de promover un relevo en la secretaría general de su partido de forma inmediata, sin necesidad de aguardar al próximo congreso del Partido Popular. Cotizaron en las quinielas populares nombres como los de Fernando Martínez Maíllo y Alfonso Alonso (que se resiste a ser el candidato en los próximos comicios de Euskadi) como posibles sustitutos, pero no pudo ser.

Y es que el jefe del partido naranja, según explicaron a este diario fuentes conocedoras de esa conversación, no veía clara la operación. Y alegaba que cualquier cargo para la siguiente legislatura que viniera avalado por su formación no debía haber estado expuesto a acusaciones sobre corrupción, directa o -como en el caso de Cospedal- indirectamente. El líder de Ciudadanos se refería a la responsabilidad que ella, como número dos de los populares, se ha visto obligada a asumir en los últimos años, saliendo a la palestra en ocasiones muy delicadas, como el caso Bárcenas, para ser la cara y la voz de su partido.

O al hecho de que haya tenido que ir como testigo a explicar cuestiones internas durante la instrucción de algunos de los casos ligados a esta trama, sin poder descartarse que vuelva a ser llamada en alguno de los juicios que están por celebrarse en los próximos meses. Si llegara ese momento en invierno o principios del 2017, algunos dirigentes populares apuestan por que Cospedal estará formando parte ya del Consejo de Ministros, una vez descartado el Congreso. Eso, puntualizan esas fuentes, si su jefe logra encontrarle un puesto que le permita tener cierta distancia con Soraya Sáenz de Santamaría, con quien es un secreto a voces que no mantiene buenas relaciones.

El futuro de Cospedal queda pues en el aire, pese a que Rajoy peleó duro con Rivera para que le permitiera convertir a su secretaria general en la tercera autoridad del Estado, solo por detrás del jefe del Estado y del presidente del Gobierno.

Según las fuentes consultadas, el dirigente del PP insistió e insistió durante la conversación del domingo, alegando que él tenía que tocar «muchos palillos» en esta etapa tanto en el Ejecutivo como en su partido. Pero el argumento cayó en saco roto y el líder de Ciudadanos le aconsejó que apostase mejor por otros compañeros más de su agrado, como los ministros José Manuel García-Margallo o Ana Pastor, si quería obtener su apoyo.

La negociación quedó bloqueada en ese punto y se recuperó a la mañana siguiente, lunes 18, con una segunda llamada entre Rajoy y Rivera. Tras algún tira y afloja de último minuto, se impuso la opción de Pastor. Esa misma tarde fue propuesta para el cargo por su presidente en la junta directiva del partido.