Pedro Sánchez hizo ayer una oferta que los barones no pudieron rechazar. La iniciativa había sido negada por la dirección socialista hasta el último minuto, y el secretario general no se la trasladó a los líderes territoriales durante los encuentros que mantuvo esta semana, pero al final de su discurso ante el comité federal, Sánchez, por sorpresa, anunció que si alcanza un pacto con otros partidos para su investidura a la Presidencia del Gobierno, algo que no está nada claro, este será sometido a un referéndum de las bases del PSOE.

"También os digo una cosa, haremos una consulta a la militancia", señaló el secretario general. Con estas 11 palabras, quedó mermada la capacidad de los barones para torcerle el brazo y torpedear su llegada a la Moncloa. Los principales líderes territoriales mantienen su desconfianza hacia el secretario general: quieren abordar su posible sustitución en cuanto sea posible (de hecho, forzaron un adelanto de la fecha del congreso) y recelan de un acuerdo con Podemos que, si no suma también a Ciudadanos, a través de un voto a favor de Sánchez o una abstención, necesitaría a ERC o Democràcia i Llibertat. Habían llegado al cónclave con la intención de extraer al secretario general el compromiso de que nunca sería presidente gracias al independentismo, pero todo quedó mucho más abierto.

LOS AFILIADOS PRIMERO La próxima semana, si Mariano Rajoy vuelve a declinar y el Rey propone a Sánchez como candidato a la investidura, este abrirá las negociaciones con Podemos y Ciudadanos. Si alcanza un acuerdo con posibilidades de salir adelante, será primero sometido a la opinión de los afiliados y después ratificado por el comité federal, máximo órgano del partido. Estén o no a favor del contenido del acuerdo, mantengan o reculen en su rechazo a los votos del independentismo, los barones, en principio, tendrán que bendecir el parecer de los militantes. De lo contrario, habría un choque de legitimidades y se pondrían a las bases en contra.

Hay un precedente en la historia reciente del PSOE. A mediados del año 2014, cuando Alfredo Pérez Rubalcaba dimitió como secretario general tras las elecciones europeas, Eduardo Madina propuso que los afiliados votasen el relevo. La iniciativa molestó a muchos líderes territoriales, pero no se vieron con fuerza para salir en público y frenarla. Hubo voto directo de la militancia y Pedro Sánchez, gracias al apoyo de los barones, ganó la contienda.

MUCHA PREVENCION Este sábado ocurrió algo similar. Díaz, a quien se sigue viendo como la candidata más sólida para sustituir al secretario general si este no alcanza la Moncloa, restó importancia al hecho de que no le hubiese consultado su propuesta de referéndum y puso el énfasis en la transparencia. "Lo que quiero es que los militantes, cuando vayan a participar, lo hagan sabiendo la letra y la música del acuerdo", dijo la presidenta andaluza, quien a puerta cerrada trasladó que no le "valdría" el pacto si requiere a ERC o DiL.

Díaz consideró "bueno" que un acuerdo de gobierno se someta a la consideración de los afiliados, pero remarcó que es importante detallar bien su contenido y que se vaya "con la verdad siempre por delante de lo que se negocia y con quién". "Si es un gobierno de coalición, hay que saber qué se ha pactado, cómo va a ser ese gobierno y para qué. Si son solo apoyos para la investidura, hay que saber quién te va a apoyar, a cambio de qué y para qué", manifestó Díaz. Otros barones se expresaron en términos parecidos. Ante todos ellos, Sánchez mostró su sorpresa por "tanta prevención", ya que siempre ha dejado claro que no negociará con los independentistas catalanes.

En el bando de los defensores del secretario general, Miquel Iceta, líder de los socialistas catalanes, alabó la consulta y recordó que el SPD, el partido socialdemócrata alemán, también celebró en el 2013 un referéndum interno sobre su entrada en el Gobierno de la conservadora Angela Merkel. Sánchez, con su órdago, hará lo mismo.