Con independencia de la decisión que tome el PSOE, Albert Rivera ha dicho por activa y por pasiva que, por el momento, no ha variado la intención manifestada por Ciudadanos el último día de la campaña de abstenerse si con ello facilitan un gobierno de alguno de los dos partidos mayoritarios, un gesto que no sería suficiente si no se implican otras partes. Pero, sobre todo, lo que más claro ha quedado del 20-D a esta parte es el rechazo total del partido naranja a participar de un gobierno con Podemos y su desgana en permitir que Mariano Rajoy siga en la Moncloa.

La hoja de ruta de C's pasa por trasladar al Gobierno el modelo de diálogo que se puso en marcha para acordar la Mesa del Congreso y la presidencia para Patxi López. El partido de Rivera preferiría conversaciones a tres bandas, pero dada la negativa de una de las partes, la socialista, ya han anunciado su disposición a dialogar por separado con los equipos que ambos partidos designen una vez acaben las consultas con el Rey. Su intención es acordar reformas con una y otra fuerza y si al final los acuerdos son coincidentes, intentar hacer ver a Rajoy y Sánchez los puntos en común para intentar facilitar la gobernabilidad en España.

En Ciudadanos son conscientes de que el PSOE intentará hablar, de forma paralela, con Podemos. Pero advierten de que si al final del camino Sánchez acepta la propuesta de Pablo Iglesias de conformar un ejecutivo de coalición, no podrá contar con la "complicidad" del partido naranja. "Continuaremos hablando con los socialistas y llegando a acuerdos, pero no podremos entrar ni formar parte ni apoyar a un gobierno el que esté Podemos porque para que este se formara sería necesaria la participación de partidos independentistas", afirmó ayer el secretario de comunicación de C's, Fernando de Páramo. Albert Rivera ya ha revelado que mañana volverá a trasladar al Rey su disposición a "dialogar" con socialistas y populares para intentar llegar a acuerdos porque les "une" la Constitución y la defensa de la unidad de España.

Si alguno de los dos acepta sus pretensiones, que pasan por una reforma de la Constitución, leyes más severas contra la corrupción y mano dura contra el independentismo, está por ver si se mantendrían en la oposición "constructiva" o podrían dar un giro de última hora si con ello facilitasen la gobernabilidad. La fuerza naranja pondrá todo su empeño en que no haya nuevas elecciones y que la legislatura continúe.