Mariano Rajoy apuesta sus fichas a la casilla del optimismo. El presidente del Gobierno en funciones no se retira de la partida, pese a los noes que ha cosechado de todos los líderes con los que se ha reunido, porque considera que existen, por encima de las discrepancias escénicas, consensos profundos que posibilitan forjar un Ejecutivo que dé estabilidad y garantías. ¿Cuál sería ese Gobierno? Una gran coalición, formada por PP, PSOE y Ciudadanos.

Desde la sede presidencial, en el palacio de la Moncloa, Rajoy expresó ayer su determinación a presentarse al debate de investidura y anunció que abrirá una nueva ronda de contactos para buscar esos acuerdos. Adujo que aún no ha llegado a pedir apoyo de forma explícita a los jefes del resto de partidos y confía en una respuesta satisfactoria en las próximas conversaciones. A fin de cuentas, Albert Rivera ya manifestó su voluntad de llegar a un acuerdo a tres y lo que quedaría por conseguir es la abstención del PSOE en la segunda votación, posibilidad que los socialistas siguen negando, a pesar de las esperanzas de Rajoy.

En las filas populares se relativiza la negativa de Ferraz y se considera que, con paciencia, puede construirse una gran coalición que aporte confianza y sea capaz de aprobar en las Cortes importantes reformas estructurales. "Lo más razonable es formar un Gobierno de amplio apoyo parlamentario que genere confianza, dentro y fuera de España, y que proporcione estabilidad y certidumbre a inversores y compatriotas", señaló Rajoy.

PACTO PSOE-PODEMOS El presidente en funciones alejó la posibilidad de un Gobierno alternativo formado por PSOE, Podemos y otras fuerzas de izquierda, opción que demonizó como factor de inestabilidad. Además, puso en duda la legitimidad del líder socialista para encabezarla. "No parece razonable querer la presidencia del Gobierno o la del Parlamento con 90 escaños", remarcó, para añadir que ese Ejecutivo sería "muy malo para los intereses generales de los españoles".

Entonces ¿qué ofrecería Rajoy a Sánchez para que desestimara un Gobierno por la izquierda y favoreciese su investidura? "Eso habría que hablarlo", se limitó a responder el candidato popular. El dirigente conservador también anunció que si ningún candidato logra ser investido presidente y hubiera que ir de nuevo a elecciones, él volvería a presentarse por el PP.

SIN LOS INDEPENDENTISTAS También se le preguntó a Rajoy por los independentistas catalanes, a los que, dijo, no tiene intención de llamar. "No tiene ningún sentido --justificó-- hablar con los partidos que quieren la ruptura". Poco abierto a cambiar su posición en el panorama catalán, señaló que "cualquier Gobierno apoyado por la CUP es un desastre" y tildó de "espectáculos lamentables" los movimientos de fichas en el tablero político tras el 27-S.

Le respondió al instante la vicepresidenta y portavoz del Gobierno catalán en funciones, Neus Munté, quien le acusó de "falta de sentido democrático" por negarse a dialogar con Democràcia i Llibertat. "Quizá el desastre es la visión monolítica del Gobierno español, que parece no haber entendido nada de lo que ha pasado en los últimos años en Cataluña, y en especial su incapacidad de leer los resultados del 27-S", aseguró.