Inés Arrimadas ya ejerce de jefa de la oposición. Ciutadans quiere mostrar músculo desde el minuto uno para evitar cualquier ademán del PSC o del PPC (no se espera de Catalunya Sí que es Pot) de querer salir los primeros en la foto y el lunes por la tarde ya remitió un decálogo al resto de fuerzas contrarias a la independencia con una serie de compromisos para hacer frente común por la "unidad, la regeneración y la igualdad de oportunidades".

La cabeza de lista de la fuerza naranja, además, explicó ayer que ya ha mantenido conversaciones telefónicas con dirigentes del resto de partidos, incluidos Junts pel Sí y la CUP, a los que también envió el escrito, para abrir un "diálogo" por la "convivencia". Fue otra manera de apuntalar su papel de "líder de la alternativa política en Cataluña", como ella misma se autodefinió en una rueda de prensa celebrada tras la ejecutiva del partido en un centro cívico del distrito barcelonés de Nou Barris, uno de sus nuevos feudos en detrimento del PSC. El pasado 9 de septiembre, a dos días de iniciarse la campaña electoral, el popular Xavier García Albiol envió una carta a los socialistas y a Ciutadans con cinco "propuestas de mínimos" para bloquear el proceso hacia la independencia. Aquel documento, sin embargo, pasó sin pena ni gloria por los despachos de los destinatarios. El partido de Arrimadas y Rivera no querían entregarle la vitola de abanderado del no al candidato conservador. Y menos lo quiere todavía tras las elecciones, cuando sus 25 diputados solo suman dos menos que los del PSC y el PPC juntos (16+11).

Al contrario que aquella misiva de Albiol, muy centrada en la cuestión identitaria, el texto elaborado por Ciutadans aborda otras cuestiones para marcar distancias con los rivales y exhibir un proyecto reformista "ilusionante" más allá de quedarse en el "Estado de derecho", como le afeó Rivera al Gobierno de Mariano Rajoy pensando ya en su candidatura a las elecciones generales.

LAS 10 MEDIDAS Como cabía esperar, el decálogo propone "eliminar las partidas presupuestarias dirigidas a fomentar el separatismo" y destinar esos fondos "a blindar los servicios sociales". Asimismo, incide en "trabajar por la unión y la convivencia de todos los catalanes sin utilizar las instituciones para dividir en dos bandos", pero también incorpora otro tipo de planteamientos como fortalecer la lucha contra la corrupción, fomentar la transparencia con una auditoría de la Generalitat e impulsar una ley electoral "proporcional y con listas abiertas para que todos los catalanes valgan lo mismo". Además, aboga por recuperar las inversiones en sanidad, educación y otras políticas sociales; garantizar la educación trilingüe (catalán, castellano e inglés), rebajar la carga del IRPF autonómico y reformar la administración para "eliminar duplicidades, burocracia y organismos innecesarios". "Somos conscientes de que tenemos más responsabilidad. Hemos pasado del 7,5% de los votos al 18% y de 275.000 a 700.000", presumió Rivera para razonar que hayan cogido el timón de la oposición en Cataluña. Su éxito en el 27-S les da impulso cara a las generales y ayer sacaron pecho al defender que ellos son la fuerza capaz de "cambiar el rumbo" también en España para solucionar los problemas catalanes. Por supuesto, sin aceptar ningún referéndum de autodeterminación.