Si hoy se tuviese que votar la investidura de Artur Mas, no saldría elegido presidente. Y si mañana se repitiese la votación, pese a que solo necesitaría una mayoría simple, tampoco obtendría los apoyos necesarios. Su reelección depende de un voto, pero no lo tiene porque quien se lo podría dar, la CUP, ya le avisó en campaña que no contasen con ellos para que accediera de nuevo a la presidencia. Se lo dijeron antes y lo repitieron ayer. La más explícita fue la número dos de la candidatura anticapitalista, Anna Gabriel: "No ha cambiado nada de la campaña. No vamos a investir a Artur Mas, porque el proceso no es él".

La CUP quiere que el jefe del Ejecutivo catalán sea una persona de "consenso" y que no tenga nada que ver con "recortes, corrupción y privatizaciones".

Coherencia

Si algo ha demostrado la CUP en su paso por el Parlamento es que su apoyo al proceso independentista no es incompatible con su defensa de un programa social que nada tenía que ver con el del Gobierno de CiU (en ese momento la federación aún no se había divorciado). David Fernández abrazó a Mas para celebrar el éxito de participación en la consulta del 9-N del mismo modo que puso contra las cuerdas a CDC en la comisión sobre el fraude fiscal y la corrupción que él mismo presidió. Aunque esta vez el equilibrio es más complicado puesto que se trata de afrontar con una mínima estabilidad los próximos 18 meses, según la hoja de ruta ratificada ayer por Junts pel Sí. Y eso incluye, además de intentar construir las estructuras de Estado, aprobar unos presupuestos, o gestionar la sanidad y la educación desde puntos de vista que en algunos casos son antagónicos. "Antes prefiero elecciones que sacrificar a Mas", aseveraba ayer un miembro del actual Gobierno en funciones tras la reunión vespertina de la cúpula convergente.

Otro representante de la cúpula de CDC apelaba a la generosidad de la CUP para intentar llegar a acuerdos, siempre y cuando no esté en cuestión la figura de Mas: "Nos presentamos dejando muy claro que la persona que aspiraba a la presidencia de la Generalitat era el señor Mas. Nos sentamos a la mesa desde esta perspectiva muy concreta, y a partir de aquí nos hemos de poder ponernos de acuerdo".

Con este panorama, ¿quién puede ser presidente de la Generalitat? Se presupone que Convergència, una vez sacrificado Mas, no aceptaría que su sustituto fuese de otra fuerza y, entre sus filas, tampoco hay tantos nombres que puedan satisfacer las exigencias de la CUP. Antonio Baños retó a los convergentes a poner nombres encima de la mesa: "Nuestra línea roja es que no reconoceremos ni trabajaremos con recortadores ni corruptos. Si en CDC encuentran a una persona libre de esas lacras, adelante".

Las quinielas

Uno de los nombres que aparece en las quinielas es la exconsejera de Bienestar y Familia Neus Munté. Asumió esta cartera en el 2012 y tras la salida de Unió del Ejecutivo fue nombrada vicepresidenta del Gobierno. A su favor juega que su gestión no ha sido controvertida y su carnet de UGT la convierte en uno de los perfiles más de izquierdas de Convergència.

El plazo para investir al nuevo presidente de la Generalitat acaba la primera quincena de enero. O sea, que hay tiempo para negociar y, si se apurasen los tiempos, incluso ya podría saberse el resultado de los comicios generales (otra cosa es quien acabe ostentando la presidencia). Lo que está claro es que, antes de las legislativas, no se moverá nada en Madrid, como evidenció ayer el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

Las ejecutivas de los diferentes partidos analizaron ayer el resultado electoral. En los populares catalanes empiezan a escucharse voces críticas con la campaña, eso sí, en privado. Critican la estrategia de Rajoy y el papel jugado por Xavier García-Albiol. Pero de ahí a que, tratándose del PP, se opte por un cambio de estrategia va un trecho.

Otra de las perdedoras, la candidatura de Catalunya Sí que es Pot, por fin reconoció que el nombre de la lista, nuevo y largo, tampoco ayudaba a ganar votos. Es lo que el dirigente de Podemos Iñigo Errejón definió como "una sopa de letras". "Y la agregación de partidos es una fórmula que no funciona", añadió.

Y el PSC, aunque está en el bando de los perdedores, calificó de "razonable" el resultado, según la expresión utilizada por Miquel Iceta. Desde luego nunca perder cuatro diputados había sido tan reconfortante para un partido. Como en la vida, siempre hay alguien que está peor, y este es sin duda el caso de Unió, que se ha convertido en una fuerza extraparlamentaria. Los democristianos creen que su campaña fue la correcta e intentaron tranquilizar a los suyos asegurando que Josep Antoni Duran Lleida será el candidato en las generales. Duran no se da por rendido, pero si no lograse retener su escaño en Madrid sería ya un fracaso personal.