El debate sobre si los ciudadanos de una Cataluña independiente mantendrían la nacionalidad española ha añadido un nuevo capítulo: después de que Mariano Rajoy no supiera argumentar por qué, a su juicio, perderían la nacionalidad española y europea, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, expresó ayer otra versión. La número dos del Ejecutivo, abogada del Estado de formación, admitió que la población del nuevo Estado mantendría el mismo pasaporte y la nacionalidad española y, por tanto, también europea. Lo que no harían, añadió, es tener la catalana. "Cuando tú te declaras independiente pero no te reconocen fuera, que es lo que pasaría, tú no existes como Estado, y por tanto la nacionalidad asociada a este Estado no tiene ningún efecto", explicó tras el Consejo de Ministros.

Las preguntas sobre las elecciones monopolizaron la comparecencia de Santamaría, que se comprometió a que el Ejecutivo central "trabajará con quien gane". La vicepresidenta volvió a acusar a Artur Mas de ser el que no quiere dialogar, al proponer algo ilegal, y denunció que el dirigente de CDC falló desde el primer momento, al no querer hablar "con esa mitad de los catalanes que no le sigue en esta cuestión de la independencia". La vicepresidenta vino a justificar la guerra de las banderas en el Ayuntamiento de Barcelona y llegó a agradecer que Alberto Fernández Díaz se sumara al espectáculo extendiendo la española "para defender la democracia y la convivencia". P. S.