El Congreso de los Diputados colgó el pasado jueves, en un acto discreto y privado al que no fue convocada la prensa ni tampoco invitados, el retrato del expresidente de la Cámara baja José Bono, un cuadro cuyo encargo provocó en su día una agria polémica por el alto coste de la obra, que asciende a 82.600 euros.

Fuentes parlamentarias explicaron ayer que a la colocación del cuadro solo asistieron el propio José Bono y el actual presidente del Congreso, Jesús Posada, por expreso deseo del homenajeado, quien prefería que fuera un acto discreto.

El cuadro apenas estuvo unas horas en la pared de la galería de retratos de presidentes del Congreso, ya que ese mismo día fue retirado para que no resultara afectado por las obras que se están llevando a cabo estos días en esa zona del palacio de la Carrera de San Jerónimo. Sin embargo, la pintura volverá a lucir en su lugar para la reunión de la junta de portavoces prevista para el próximo 4 de agosto.

El retrato de Bono es obra del pintor hiperrealista Bernardo Torrens, que ya cuenta con otro cuadro en la galería del Congreso, el de Félix Pons, presidente de la Cámara entre 1993 y 1996, durante el último Gobierno de Felipe González.

El último retrato que se colocó en el Congreso fue el de su antecesor, el también socialista Manuel Marín, quien eligió una fotografía, en lugar de una pintura, para posar junto al resto de presidentes de la Cámara. La fotografía en blanco negro, creación de la artista Cristina García Rodero, costó a las arcas del Congreso 24.700 euros, frente a los 82.600 del actual retrato de Bono.