Mariano Rajoy intentó dejar claro ayer a sus compañeros de partido que este año no toca el debate sobre su sucesión. Pase lo que pase en las elecciones municipales y autonómicas de mayo, él repetirá como candidato a la Moncloa en las elecciones generales que se celebrarán, aseguró, "a finales de año". "Sí, sí, yo quiero ser el candidato. Y confíen en mí, les irá bien", declaró entre aplausos y risas.

El jefe del Ejecutivo ofreció ayer un desayuno informativo en un hotel de Madrid. Era la primera vez que Rajoy participaba como presidente del Gobierno en un acto de este tipo, en el que el invitado suele pronunciar un discurso de media hora y después se somete otra media hora a las preguntas que un moderador ha escogido entre las que le hacen llegar mediante un papel los invitados. Además de medio Ejecutivo (la vicepresidenta y siete ministros), media cúpula del PP y los representantes de las principales instituciones, a la cita (organizada por Europa Press) acudieron más de 500 personas, entre altos cargos, empresarios, embajadores y periodistas.

La sucesión, esa palabra que a Rajoy le ha llegado en su primera legislatura en la Moncloa (y con mayoría absoluta), fue uno de los temas estrella. El responsable, en buena parte, ha sido el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, un habitual de las quinielas como hombre de futuro del PP. La semana pasada, Feijóo no se descartó para ningún puesto dentro de su partido y dijo que si el PP sufre un batacazo en las urnas en mayo, como auguran las encuestas, y no obtiene "más votos, más escaños y más concejales" que el PSOE o Podemos, Rajoy debería "abrir un periodo de reflexión".

El líder conservador descartó que su partido vaya a volver a sufrir en las urnas, tras la caída en las europeas del 2014 y la pérdida de 13 escaños en las andaluzas, y también rechazó su voluntad de abrir ninguna "reflexión" de ningún tipo si eso ocurriera. Ni personal ni sobre la composición de la cúpula del PP. "No tengo intención de provocar ningún cambio en el partido", afirmó. Feijóo no viajó a Madrid a escuchar a su jefe, pero la que sí estaba a escasos tres metros cuando pronunció esa frase era Esperanza Aguirre. La alcaldable puede ser una molesta compañera de partido para Rajoy si logra