El golpe que el Partido Popular recibió el pasado domingo al caer de 50 a 33 diputados en el Parlamento de Andalucía podría ser solo la punta del iceberg de cara a las elecciones municipales y autonómicas del próximo 24 de mayo. El nerviosismo cunde en el partido ante el temor de que el PP pierda en la próxima cita con las urnas algunos de sus principales bastiones, entre ellos Valencia, comunidad fiel a los populares desde 1995. Según encuestas internas que manejan en la sede del partido de la madrileña calle Génova y en la Moncloa, Alberto Fabra no ganará las elecciones del 24 de mayo.

Comunidad Valenciana es al Partido Popular lo que Andalucía al PSOE: un granero de votos muy importante para ganar las generales, última etapa de este año electoral. Esta autonomía, Madrid y Murcia son tres territorios que en las últimas dos décadas han sustentado el apoyo a los conservadores. Por eso, una vez superada la etapa andaluza, el partido se está volcando en intentar que esas encuestas que dan perdedor a Alberto Fabra --no tanto por el empuje del PSOE, que podría verse abocado a ser tercera o cuarta fuerza, como por el posible apoyo de Podemos, Ciudadanos o Compromís-- no se cumplan.

El presidente valenciano viajó ayer mismo a Madrid para arengar al grupo parlamentario popular en el Senado y pedirles su apoyo mientras el vicesecretario del partido, Carlos Floriano, se reunió en Valencia con los jefes de campaña de esta comunidad, Baleares y Murcia el pasado lunes por la tarde.

REMANGARSE En una rueda de prensa en la Cámara Alta, Fabra expresó su temor a que los malos resultados cosechados por su partido en Andalucía "puedan afectar al resto de comunidades", dado que todos los barones del PP se presentan bajo "las mismas siglas". "Hay que remangarse para poder estar más que nunca al lado de los ciudadanos y ser mucho más pedagógicos", reclamó, antes de admitir que no le es "cómodo" que su organización se asocie a la corrupción con resoluciones como la del juez Pablo Ruz en el que se asevera que el Partido Popular gozó de una caja B durante años.

Con estas reflexiones, el presidente valenciano, al igual que han hecho de manera más o menos sutil otros dirigentes del PP, se distanció de la consigna oficial marcada por Mariano Rajoy tras el batacazo. En un comité ejecutivo destinado a analizar el resultado andaluz, hizo gala de su parsimonia, lanzó la consigna de que los datos no son "extrapolables" y proclamó que el PP va a ganar las municipales y autonó- micas.

FALTA DE HUMILDAD Esta estrategia ha caído como un jarro de agua fría en el partido y especialmente entre los alcaldes y barones, que son quienes se la juegan dentro de apenas dos meses. Fuentes cercanas a Alberto Fabra califican literalmente de "error" que la dirección central del partido no se muestre humilde y haga autocrítica, así como haber fiado el tirón electoral exclusivamente a vender la todavía débil recuperación económica.

El Partido Popular valenciano pretende sacar por contra sus propias lecciones del "tirón de orejas" del domingo, haciendo pivotar su campaña especialmente en sus alcaldes. El triunfo socialista en Andalucía se basa, entre otras cosas, en el empuje y control que el partido de Susana Díaz ejerce en las ciudades medianas y pequeñas.

Los populares tienen ese mismo poder en la Comunidad Valenciana, donde también gobiernan los grandes núcleos urbanos, y quieren explotarlo. Esto les permitiría, además, hacer una campaña más municipalista y basada en la gestión local, que no ha sufrido tanto descrédito como la política autonómica o nacional, y dejar un poco de lado las siglas y el mensaje que no acaba de calar de que el Gobierno ha logrado que España deje atrás la crisis.

El deseo de hacer una campaña pegada al terreno y alejada de las polémicas nacionales también está presente en otras regiones, según confirman fuentes populares de diferentes comunidades. Pero este propósito choca con el deseo de Rajoy de implicarse al máximo dado que --dejando a parte el examen catalán de septiembre-- él será el próximo en medir sus apoyos. De hecho, tal como publicó ayer este diario, ha encargado un plan de urgencia a su equipo para intentar superar cuanto antes el cabreo ciudadano con su gestión y la fuga de votos que su fuerza sufre hacia el partido que lidera Albert Rivera.

A diferencia de la campaña electoral andaluza, Mariano Rajoy y su Gobierno tendrán que desplegar sus esfuerzos por toda España, lo que permitirá a los directores de campaña regionales colar sus mensajes más pegados al terreno cuando el presidente y su equipo no estén de visita en sus respectivas comunidades autónomas.