La número dos del PP, María Dolores de Cospedal, convocó ayer en Madrid a sus vicesecretarios generales; al jefe de gabinete del presidente, Jorge Moragas, y a los portavoces parlamentarios populares en todas las autonomías en torno a un asunto, la crisis soberanista en Cataluña, y a un objetivo: insuflar algo de oxígeno político a la organización territorial que dirige Alicia Sánchez Camacho, que a tenor de los sondeos no está pasando por el mejor de los momentos. De paso, se pretende frenar el aluvión de críticas internas que ha recibido Mariano Rajoy y su equipo más cercano por la gestión del 9-N.

Fue precisamente Sánchez Camacho la elegida para protagonizar una rueda de prensa al término de una reunión que, según su versión, buscaba fundamentalmente unificar mensajes e iniciativas que versen sobre Cataluña y compartir ideas. De hecho, la dirigente catalana anunció que pedirá a comunidades gobernadas por el PP que le pongan al día de algunas de sus políticas o proyectos más exitosos para tratar de imitarlos en Cataluña a través de iniciativas parlamentarias (esto en caso de que Artur Mas prolongue la legislatura, claro).

Por otra parte, Cospedal, instó ayer a la líder de los populares en Madrid, Esperanza Aguirre, a explicar por qué ha mantenido como trabajador del partido a su exgerente, que dimitió tras conocerse que había gastado 58.000 euros con una tarjeta opaca de Caja Madrid.

Cospedal reaccionó así tras la publicación de informaciones sobre la continuidad de Beltrán Gutiérrez Moliner --que hasta su dimisión dependía de la dirección nacional-- en la plantilla del PP de Madrid, que la cúpula territorial ha confirmado.

Gutiérrez Moliner anunció el pasado 7 de octubre que dejaba el puesto de gerente del PP de Madrid, que ocupó durante 14 años, tras conocerse que gastó 58.000 euros con una tarjeta de Caja Madrid.