Que Mariano Rajoy hubiera dado ayer una respuesta contundente a la gravísima crisis que está viviendo su partido hubiera sido una sorpresa para todos. No es su estilo. No va con su carácter. Podría haber aprovechado el estrado que le ofrecía la reunión que los populares celebraron en Almería para sentenciar, ante propios y ajenos y sin florituras retóricas que es mentira --así, con todas sus letras-- que en el PP, ahora o en el pasado, fuese una costumbre instaurada que los altos cargos del partido recibieran sobres con dinero negro, proveniente de comisiones abonadas por determinadas empresas. Pero no lo hizo. La fórmula que utilizó para tratar de calmar a los suyos --y de paso ganar tiempo ante el órdago que, según valoran los populares, les está echando el extesorero Luis Bárcenas "con algunas ayudas"-- fue reclamar tranquilidad a sus compañeros de filas y manifestar su confianza en los últimos tres secretarios generales del PP: María Dolores de Cospedal, Angel Acebes y Javier Arenas, quienes han proclamado que las cuentas de su organización "se han ajustado a la legalidad". No citó a Francisco Alvarez-Cascos, que ya no está en el partido.

Rajoy también dijo ayer que hay que confiar en la actuación de los tribunales, encargados de juzgar ahora a personas que estuvieron en el PP y lo han tenido que abandonar, en clara alusión a su extesorero y gerente. Y que si "alguna vez" se entera de conductas impropias de algún militante, no le "temblará la mano" para adoptar las medidas que crea conveniente. Unas horas más tarde, Cospedal anunciaba que se dispone a revisar nuevamente "toda la gestión" del partido, con el objetivo de demostrar que hay "manos limpias" detrás. "Ya hicimos esta revisión, pero la volveremos a hacer, para que no quede ninguna duda de lo que no tiene que caber: que nosotros tenemos las cuentas como las tenemos que tener, regular y legalmente", apostilló.

Cualquier anuncio de un partido político que conlleve hacer más transparente su funcionamiento, como el que parece que intentó protagonizar ayer Cospedal, merece elogios. Especialmente en estos momentos. Pero resulta cuanto menos llamativo que la secretaria general anuncie el sábado por la tarde que se va a examinar otra vez la gestión cuando, el viernes, ella misma confesó que acaba de examinar las cuentas del partido tras saber que Bárcenas ocultaba millones en una cuenta en Suiza, sin encontrar "nada raro".

"CUANTO ANTES SALGA, MEJOR" Entonces, ¿qué es lo que va a revisar ahora el PP? ¿O es que va indagar realmente si hubo dirigentes y cargos de esta organización política que cobraron sobresueldos repartidos por el extesorero? Los conservadores podrían responder a todas estas cuestiones mañana, en el comité ejecutivo. Más de un dirigente, ayer, ya intentaba despejar alguno de estos interrogantes. "Si fuera verdad que Bárcenas pagaba con autorización del partido sobresueldos, en algún sitio debería estar reflejado. Hay que buscarlo porque cuanto antes salga, mejor. Algunos creemos que no se va a encontrar nada porque no hay nada", señalaban ayer desde la cúpula popular. ¿Y cómo debe actuar el partido si no encuentra nada? ¿Puede tener el extesorero esa documentación en su poder? "Bárcenas puede tener documentos reales o no reales y la prensa sabrá si las cosas tan fuertes que se están publicando están sustentadas o no en documentos fiables", apuntaba otro dirigente del PP. "Aquí lo que hay que hacer es querellarse, sin tardar demasiado".

La idea de la querella empieza a extenderse. Los primeros en tirar la piedra han sido cargos del PP de Avila --donde milita Acebes--, que amenazan ya con acciones judiciales, aunque no digan aún contra quién.

LA REACCION DEL PSOE Tras las críticas cosechadas por su intervención del pasado viernes, en la que no aceptó preguntas de los periodistas, el secretario general del PSOE , Alfredo Pérez Rubalcaba, enmendará hoy su error y dará una rueda de prensa. Ayer, la vicesecretaria general, Elena Valenciano, reclamó al presidente del Gobierno que aclare con "contundencia" todas las dudas que se ciernen sobre el PP, en lugar de esconderse detrás de "frases preparadas y hechas".