Hace unos días, en el Congreso de los Diputados, uno de los colaboradores más cercanos de Alfredo Pérez Rubalcaba dijo: "Basta ya de pellizcos de monja". La expresión no fue producto de la pasión del momento. Es la forma con la que el círculo del líder socialista se refiere a los movimientos de los sectores críticos dentro del partido. "¿Qué proponen? --se preguntó el dirigente--. "Una reflexión profunda.

Hay que tomar nota", dicen. "Pero eso ya lo estamos haciendo. Ya que critican tanto, deberían proponer algo. Alguna idea. Pero no, se dedican a los pellizcos de monja. Casi preferiríamos que fueran más en serio, que nos pegaran con más fuerza, porque así podríamos pelearnos de verdad y contrastar".

Los reproches a Rubalcaba llegaron muy poco después de que venciese a Carme Chacón, por solo 2,5 puntos porcentuales, en el congreso de Sevilla, el pasado febrero. Primero, por su línea de oposición, tachada de "excesivamente responsable". Después, por sus titubeos sobre el modelo territorial, un debate que sigue abierto. Pero ahora, tras la caída de votos en Galicia y Euskadi, las críticas se dirigen directamente a la capacidad del secretario general para sacar el partido a flote.

Pistas sobre el futuro

Nunca antes un líder socialista había estado en una posición tan delicada. No se trata solo de los más cercanos a Chacón, de la que se espera que haga algún movimiento, por sí misma o por persona interpuesta. Ni de José Antonio Griñán, presidente de Andalucía, que no descarta postularse como candidato y mantiene un pulso con Rubalcaba por las riendas del PSOE. Esta vez algunos de los que le apoyaron en Sevilla tienen reservas. Le acusan de "falta de liderazgo" y de "incapacidad para generar ilusión". Pero apenas dicen nada ante la pregunta de qué se debería hacer. "Abrir el partido". "Una catarsis". Y poco más.

Tampoco es que la dirección socialista se haya caracterizado por su capacidad para lanzar nuevas ideas. "Necesitamos tiempo --se defienden en la cúpula del PSOE-- Hemos tenido cuatro elecciones autonómicas en ocho meses. Y ahora vienen las catalanas. No hemos tenido margen para hacer lo que teníamos que hacer". Tras la Ejecutiva de mañana, Rubalcaba dará pistas sobre por dónde debe ir el PSOE en esta etapa, que cristalizará en la conferencia socialista prevista para marzo o abril del año que viene. Si la rueda de prensa del pasado miércoles (larga y jugosa, pero tardía) fue la de su reivindicación como líder, ahora los suyos esperan que esta sirva para insuflar nuevos ánimos.

Pero es una tarea muy complicada, y los colaboradores del jefe de la oposición no tienen claro qué pasará tras el 25-N. "Si la cosa sigue así, en algún momento los movimientos en contra cuajarán. Pero de momento no lo hacen. Es como un suflé. Hay mucha espuma, pero luego baja y se queda en nada".

Mientras, la dirección socialista señala que lo que le ocurre al PSOE es lo mismo que le pasó a los laboristas británicos tras perder los comicios del 2010. Sus críticos, en cambio, temen que el paralelismo sea con el PASOK griego, sumido en la irrelevancia tras quemarse con la crisis. "Aún estamos en el agujero --concluyen en el entorno de Rubalcaba--. Recuperar la confianza requiere mucho tiempo". La cuestión es si su partido se lo dará.