La estrategia electoral de EH Bildu es, con diferencia, la principal novedad de la campaña vasca. Desde la elección de sus candidatos hasta sus propuestas y el estilo de sus mítines, su planteamiento rompe con la línea seguida en las últimas décadas por la izquierda aberzale. Y además, según todas las encuestas, con muy buenas expectativas. Como apunte que acredita este giro en el mundo radical, Laura Mintegi, la candidata a lendakari, ha sido elegida en votación popular como la ganadora del último debate televisado, en el que se enfrentó a Antonio Basagoiti (PP), Iñigo Urkullu (PNV) y Patxi López (PSE).

Tras las siglas de EH Bildu conviven proyectos tan diferentes como los de la izquierda aberzale tradicional y su escisión, Aralar, junto con la socialdemocracia de EA y la izquierda progresista de Alternatiba, desgajada de Izquierda Unida. A nadie se le escapa que el principal pilar de la entente es la antigua Batasuna, pero la marca conjunta está siendo un éxito, en parte por la impronta que han añadido las demás fuerzas. De hecho, están gobernando decenas de ayuntamientos vascos y la Diputación de Guipúzcoa sin que se aprecie ningún desgaste, y ahora podrían alcanzar los 22 escaños en un parlamento de 75, lo que les situaría como segunda fuerza por detrás del PNV, a quien se le otorgan 25-27 asientos.

Por el momento, las contradicciones internas de la coalición no han aflorado, y todos sus integrantes parecen cómodos ante la expectativa de ser determinante en los próximos años. Ha bastado un año desde el anuncio de cese de la actividad de ETA para abandonar el ostracismo político de las ilegalizaciones y recuperar todo el terreno perdido.

La elección de los candidatos es una de las claves. Están mostrando un talante abierto y dialogante en sus intervenciones, con un perfil alejado de los políticos al uso. Laura Mintegi es uno de los principales valores de la coalición. Escritora, profesora de la Universidad del País Vasco, licenciada en Historia, doctora en Psicología, y miembro de la Academia de la Lengua Vasca, es la imagen de la renovación de la izquierda aberzale. Sus rivales la atacan recordando que formó parte de Herri Batasuna en 1987, sin condenar nunca un atentado de ETA, a lo que replica que está en contra de todas las violencias "vengan de donde vengan". En su mensajes de campaña, además, reitera que todos los partidos "están condenados a entenderse" para lograr la normalización de Euskadi.

Tampoco abandona a su electorado más radical, con guiños a los presos de ETA y una nítida reivindicación independentista. Pero incide más a menudo en propuestas contra la crisis y en sus demandas de un sector público potente.

Entretanto, la vieja guardia de Batasuna ha optado por mantenerse en un discreto segundo plano en las candidaturas y en la campaña. Una de las incógnitas, tras la legalización de Sortu, es el papel que tomará en los próximos meses.