Los socialistas catalanes salieron bien parados de lo que podría haber sido una fractura irreversible a dos meses de unos comicios que encaran en su peor momento. La dirección del grupo parlamentario del PSC se inclinaba por rechazar la consulta impulsada por CiU y ERC. Pero en una reunión de tres horas, "muy dura" y con momentos de "alta tensión", una docena de los 28 diputados se mostraron favorables a apoyar el texto. La rebelión no provino solo del sector catalanista, sino que la mayoría de parlamentarios de Lérida, Tarragona y Gerona alertaron de que las bases y el electorado no perdonarían que, en el contexto actual, el PSC no diese un paso adelante en el derecho a decidir. La intensa negociación permitió llegar a un punto de equilibrio: la abstención.