El lema soberanista "tenim pressa, molta pressa" del expresidente del Parlamento catalán, Heribert Barrera, ha calado a fondo en la hoja de ruta del president Mas y de Convergencia i Unió. Contra todo pronóstico, Mas incumplió su intención de posponer cualquier decisión de futuro a la celebración del debate de política general, y anunció, a los dos minutos de iniciar su intervención en el Parlament , la convocatoria de las elecciones en Cataluña para el próximo día 25 de noviembre. Y lo hizo con el objetivo de dedicar la próxima legislatura a ejercer el derecho de autodeterminación de la comunidad catalana convirtiendo los comicios en un plebiscito de facto sobre el independentismo.

A este anuncio, Mas le añadió una sorpresa desconocida por casi todos y de tintes casi mesiánicos: no volver a presentarse a los comicios una vez conseguidos "los objetivos nacionales". Una meta que se propuso alcanzar en cuatro años... o quizás en ocho. Este último gesto, al final del discurso presidencial, logró cerrar el círculo de la trascendencia histórica que los diputados de CiU y miembros del Govern sentían ayer en el hemiciclo y los pasillos del Parlament .

Tras las lágrimas de emoción de más de un soberanista ("llevo más de veinte años esperando este momento", reconocía casi sin habla un conseller independentista; "la independencia la lograremos no en cuatro años, sino en dos", se aventuraba ya a pronsticar un destacado dirigente de CDC. Existe una constatación: Mas pretende acaparar la oleada independentista presentándose a las elecciones como el abanderado de un nuevo tiempo, un abanderado que, como él mismo proclamó ayer, reclamará "una fuerza especial" que solo se puede ofrecer con unas elecciones, "no a mayor gloria mía o a mejor coveniencia de CiU", sino para "tener grandes mayorías" para disponer de capacidad de resistencia.

Por si no quedan claras las intenciones electorales de Mas (una cita con las urnas que comunicó anteanoche al líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, y ayer con sus consellers y el grupo parlamentario de CiU), es significativa la frase de un dirigente convergente ayer, en privado: "Quien quiera convertir las elecciones en un debate sobre los recortes, fracasará".

CULPAS A MADRD En efecto, a juzgar por el discurso de ayer del presidente catalán, la crisis, el paro, los recortes en educación y sanidad, el riesgo de pobreza creciente... son asuntos a los que a penas dedicó unos minutos en el balance de gestión de su Govern . Y lo hizo culpando de buena parte de ello al Gobierno central y avisando de que los recortes han de continuar: "Prometer a la población que se acabarán los recortes es engañar". Durante este tramo del discurso, el expresident Pujol, presente en la tribuna de autoridades del hemiciclo, se quedó dormido por momentos.

Y es que Mas no se esforzó en exceso en dar relieve al repaso de su gestión, que juzgó en términos claramente ya preelectorales. Hasta tal punto, que elogió la reducción de la lista de espera en transplantes y se vanaglorió de la situación de la educación pública cuando en ambos sectores es donde más se ha notado el efecto de los hachazos económicos del Ejecutivo de CiU.

Pero en la federación nacionalista ayer no tocaba la agenda social sino la emotividad de un discurso que insistieron en catalogar de histórico, por frases como: "Este Parlament ha votado en más de una ocasión que Cataluña tiene derecho a la autodeterminación. Ha llegado la hora de ejercer este derecho".

Mas llega a esta conclusión al dar por cerrada la vía del diálogo con el Estado desde la transición, cuyo último episodio fue el portazo de Rajoy al pacto fiscal. "Es cierto que el presidente del Gobierno me dijo que llevase el pacto fiscal al Congreso", explicó Mas, y a renglón seguido, proclamó: "Esta vez no votará el Congreso, votará el pueblo de Cataluña", con lo que arrancó el aplauso de sus diputados.

Y poco más. Si el día que se inaugura una precampaña electoral no toca hacer autocrítica, tampoco pareció ser el momento de definir cómo piensa Mas llevar a Cataluña a la tierra pro-