Santiago Carrillo Solares, "un francotirador de la política de la izquierda" según su propia definición, murió ayer a los 97 años en Madrid a causa de una insuficiencia cardiaca. Desaparece así un pedazo de memoria histórica de la España del siglo XX. Admirado por unos, denostado por otros, nadie podrá negar su participación en algunos de los episodios más trascendentales del devenir de este país. Su biografía quedaría muy incompleta si solo se menciona que fue secretario general del Partido Comunista de España (PCE) entre 1960 y 1982.

La muerte le sobrevino mientras dormía la siesta. Tras conocerse la noticia de su deceso, fueron decenas las personalidades que anoche recordaron su trayectoria y su papel. El Rey y la Reina fueron a presentar sus condolencias a su domicilio y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, envió un telegrama de pésame a sus allegados en el que ensalzó "el destacado papel que desempeñó durante la transición y su contribución al orden constitucional (...) sin abandonar sus profundas convicciones". Su hijo Santiago explicó que en los últimos días "fue debilitándose" pero que se mantuvo "lúcido" hasta el final e incluso llegó a comentar la dimisión de Esperanza Aguirre y la manifestación contra los recortes del fin de semana. Sus restos serán incinerados y las cenizas serán arrojadas al "mar de Gijón", donde nació.

Quinto hijo de un militante del PSOE y de UGT, Carrillo vino