Todos hablan en pasado de Carlos Dívar. Tanto los políticos como sus compañeros magistrados consideran que el presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) dimitirá mañana, porque ese es el día en el que él mismo, tremendamente cuestionado por sus viajes de fin de semana a cuenta del erario público, dijo que tomaría una decisión definitiva y contundente.

Ayer, un día después de una desangelada celebración en Madrid del bicentenario del Tribunal Supremo --seguramente el último acto público de Dívar al frente del CGPJ, porque hoy no acudirá a la misma efeméride que tendrá lugar en Cádiz--, el Gobierno y la judicatura dieron por supuesto que el magistrado ya es historia.

Por un lado, el vicepresidente del CGPJ, Fernando de Rosa, exteriorizó que mañana será él quien sustituya a Dívar. Por otro, fuentes del PP explicaron que la actitud de Dívar les había causado un profundo malestar, porque pese a que los conservadores le han respaldado hasta el final, este no ha transmitido al Gobierno que piensa tirar la toalla.

"Voy a trabajar durante mi mandato para recuperar la credibilidad de los ciudadanos y para que haya máxima transparencia en el Consejo", aseguró De Rosa en Valencia, pasando por alto que la sustitución de Dívar no tiene por qué ser automática. En efecto, como vicepresidente, De Rosa podría convertirse en la máxima autoridad del CGPJ, pero también podría darse la situación de que se presentase una candidatura alternativa con el voto a favor de 13 vocales de la institución.

Mientras tanto, fuentes del Partido Popular explicaron a Europa Press que la actitud del presidente de no transmitir sus intenciones colocó en fuera de juego al Ejecutivo, que le ha arropado en este proceso e incluso impidió que compareciese en el Congreso de los Diputados para explicar sus fines de semana en la Costa del Sol.