Recuerdo y apoyo. Solo piden eso. Pero las víctimas de terrorismo no siempre han encontrado en la sociedad y en los políticos el apoyo moral necesario para salir adelante de su pesadilla, para no tener que "enterrar a sus muertos por la puerta de atrás", como recordó Santos Santamaría, el padre del agente de los Mossos d'Esquadra asesinado por ETA en Roses (Girona) en el 2001, durante el acto solemne de homenaje a todos los damnificados con el que el Parlamento de Cataluña trató ayer de reparar ese vacío.

Las víctimas clamaron contra la amnesia colectiva y exigieron no perder la "voz" en la nueva etapa política tras el final del terrorismo en Euskadi. La presidenta de la Cámara, Núria de Gispert, reconoció el olvido y prometió rehabilitación: "La historia no se puede rehacer, pero nos tiene que permitir abrir un periodo de paz y respeto, lejos del terrorismo. Necesitamos la voz de las víctimas".

José Vargas, presidente de la Asociación Catalana de Víctimas de Organizaciones Terroristas, parafraseó a Martin Luther King --"en el futuro, no van a lamentarse tanto de los crímenes de los perversos, sino del estremecedor silencio de los bondadosos"-- para justificar como una "necesidad social" la continuidad de las asociaciones. También se quejó de que la forma en que se está tratando el fin de ETA está siendo "muy dolorosa" para las víctimas y lamentó que no tengan legitimidad para participar en la toma de decisiones políticas.

En declaraciones a este diario, Jordi Pujol, presidente de Cataluña cuando se produjo el atentado, abogó por "mirar al futuro sin olvidar lo que ha pasado". "Quien pueda y sepa perdonar, ha de hacerlo, o bien mirar al futuro", subrayó.