Si el programa del PP es una muestra de que los conservadores han acabado haciendo lo que dijeron que no pensaban hacer --subir los impuestos, recortar la sanidad y la educación...--, el del PSOE refleja que sus tesis, que no pueden poner en práctica porque no están en el Gobierno, tienen ahora muchos visos de aplicarse en el seno de la UE. Se habla de eurobonos --Francia, Italia, la Comisión y la Eurocámara los apoyan--, de comenzar a pensar en las políticas de crecimiento y no solamente en las de austeridad, de que el Banco Central Europeo (BCE) intervenga en los mercados para que países como España puedan rebajar los costes de su financiación. Todo eso lo llevan proponiendo los socialistas desde hace meses. Ya el pasado mes de octubre, por ejemplo, su entonces candidato y ahora secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, sostuvo, en una frase que se interpretó como una nueva toma de distancia respecto a José Luis Rodríguez Zapatero, que había que "bajar los ritmos" del ahorro para que estos no sofocaran el "crecimiento".

El propio Rubalcaba, que ayer asistió a la toma de posesión del socialista Javier Fernández como nuevo presidente asturiano, considera que la cumbre del crecimiento celebrada esta semana, aunque no sirvió para que se tomara ninguna medida concreta, fue un "éxito" para los socialistas, que llevan tiempo defendiendo estas políticas. Lo es, pero solo en términos argumentativos. Porque el PSOE todavía está lejos de capitalizar el hecho de que el tiempo le esté dando la razón a sus recetas contra la crisis. No hay, hasta el momento, apenas trasvase de votos.

Los socialistas asumen que su paso por el Ejecutivo sigue estando demasiado presente entre los ciudadanos, sobre todo entre sus votantes tradicionales, que en las pasadas generales les dieron la espalda. Y que, por lo tanto, todavía se encuentran lejos de poder aprovechar el actual desgaste del PP, pese a que los resultados en las pasadas autonómicas andaluzas y asturianas fueron mucho más beneficiosos para el PSOE, de lo que muchos en el propio partido aventuraban.

El último sondeo del CIS, difundido hace tres semanas, lo reflejó con claridad: el PP descendió cuatro puntos en intención de voto respecto a los comicios celebrados en noviembre, pero el PSOE, aunque frenó su caída, solamente subió uno. La distancia es de 11, lo que permitiría a los conservadores reeditar su mayoría absoluta si las elecciones se celebrasen ahora.

"Hace falta tiempo", sostienen fuentes de la dirección socialista. La versión más extendida en el partido es que después del verano comenzarán a recuperar terreno. Pero otros señalan que, por mucho que el discurso de Rubalcaba siga triunfando en Europa, la herida es demasiado profunda como para que solo un año después de la salida de Zapatero el PSOE pueda volver a ser, en términos de credibilidad ciudadana, la formación que fue antes de la crisis.

LA RECONSTRUCCION "Es lógico que no haya trasvase de votos tan rápido --explicó Rubalcaba hace un par de días--. La gente, después de haber votado a un partido, no pasa automáticamente a votar a otro, sino que se instala en la abstención. Tenemos que reconstruir muchas alianzas sociales que se han roto, sobre todo con aquellos ciudadanos que creyeron que con la crisis hicimos lo contrario que deberíamos haber hecho. Eso es lo que tenemos que hacer".