La crisis del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), lejos de cerrarse, se agravó ayer. La decisión de su presidente, Carlos Dívar, de negarse a dar explicaciones ante la prensa sobre sus gastos irritó a casi todos los vocales. "Nos ha tirado a todos por la borda", se lamentó uno de los consejeros que le habían apoyado cuando otros cinco miembros le pidieron la dimisión. Esa solicitud cayó en saco roto, como también fracasó la de otros siete vocales que reclamaron el cese a José Manuel Gómez Benítez por haberles "metido en esta guerra" al acudir por libre ante la fiscalía para denunciar los gastos de Dívar en sus viajes a Málaga.

El pleno fue convocado por el propio presidente del CGPJ el lunes pasado, después de que el teniente fiscal del Tribunal Supremo (TS), Juan José Martín Casallo, archivara la denuncia cursada por Gómez Benítez por entender que Dívar no "tuvo ánimo de lucro" cuando cargó sus gastos a la institución que preside.

Por ello, el primero que tomó la palabra en la reunión de ayer fue el propio Dívar, quien explicó someramente sus pernoctaciones en hoteles de lujo en Marbella sin detallar los motivos de sus viajes y sin identificar a las personas a las que invitó a almorzar. Estas explicaciones convencieron a la mayoría de los consejeros. "El tiene un horario y una agenda distinta a la nuestra porque es el presidente", argumentaron las fuentes consultadas por este periódico.

CRUCE DE REPROCHES Por esa razón, estos vocales reiteraron su confianza en Dívar, quien ya había rechazado la petición de otros cuatro miembros del organismo para que dimitiera por haber quebrantado "las exigencias del ejercicio de transparencia y austeridad". Estos consejeros optaron por esta fórmula para eludir una votación que les dejara en evidencia, ya que la mayoría apoyaba al presidente.

En otro flanco, siete miembros solicitaron la renuncia a Gómez Benítez, al que acusaron de haber iniciado "una campaña de desprestigio y confusión", así como de ser desleal con el CGPJ. Gómez Benítez pidió excusas a sus compañeros por la forma de actuar, según fuentes del organismo, pero rechazó dimitir.

Tras este cruce de reproches, llegó la parte más complicada del pleno. Los vocales eran muy conscientes de que la crisis solo podía cerrarse dando la cara. Sin embargo, los consejeros no pudieron cerrar un pacto, en el que habían trabajado toda la semana, para dar por zanjada la polémica ante la opinión pública. Por ello, la mayoría pidió a Dívar que compareciera ante los medios para explicar en qué consiste su trabajo y justificar sus gastos al prolongar sus viajes oficiales a los fines de semana.

Pero el presidente del CGPJ se negó en redondo. Y lo hizo con un tono "soberbio, déspota y sin argumentos", según fuentes de la institución. Dívar delegó en la portavoz de dicho organismo, Gabriela Bravo, la tarea de dar explicaciones, y ella hizo lo que pudo en una rueda de prensa en la que reiteradamente se le preguntó dónde estaba Dívar.

La actitud de su jefe enervó a la mayoría de los vocales, hasta el punto de que uno de ellos, Carles Cruz, pidió apuntarse en la lista de los que habían pedido la dimisión de Dívar. Otros consejeros estuvieron a punto de seguir sus pasos, pero se lo pensaron mejor ante la sensación de que estaban atrapados.

FUTURO POCO ALENTADOR Las fuentes consultadas explicaron que los vocales saben que el prestigio de su presidente es "irrecuperable", pero también que el futuro no es más alentador. El mandato de este CGPJ vence en septiembre del 2013 y, en el caso de que Dívar abandone su cargo, su sustituto solo será apoyado por uno de los dos bloques (conservador y progresista), por lo que tendrá todavía menos autoridad que su predecesor.

Por ello, la sensación de la mayoría de los vocales tras este pleno era agridulce. Ahora intentarán aprobar un plan de austeridad y unas nuevas normas contables, pero no creen que sirvan para apagar las llamas de un fuego que puede llevarse por delante este organismo, muy cuestionado desde hace tiempo.