Como suele ser habitual después de los discursos del Estado de la Unión, el presidente de EEUU se embarcó ayer en una gira por cinco estados para llevar su mensaje al electorado. El inicio de la gira coincide con la presentación del plan, esbozado el martes, para reforzar la industria manufacturera e incentivar la repatriación de las empresas que han trasladado su producción al extranjero. Es también un viaje de marcado tono electoralista, con destinos como Iowa, Nevada o Colorado, feudos sin una afiliación política clara y donde Barack Obama se jugará la reelección.

Obama ya está en campaña, como demostró con un discurso dedicado a defender su reelección marcando distancias con las políticas económicas de sus rivales republicanos. El presidente lo sembró de guiños a su electorado, desde los votantes hispanos a los ecologistas, los sindicatos o los millones de ciudadanos escocidos con los excesos de Wall Street. Su armazón ya lo había delineado en Kansas, aunque entonces su retórica se acercó más al tono flamígero del portentoso Theodore Roosevelt. La idea es la misma: el sueño americano está en peligro por la creciente desigualdad económica y los ataques al papel regulador del Gobierno, un viejo argumento de la izquierda elevado en los últimos meses al centro del debate político por las protestas de Ocupa Wall Street.

TIBIA REACCION La prensa estadounidense ha reaccionado con tibieza al discurso del Estado de la Unión, donde Obama puso sobre la mesa tanto propuestas nuevas como recicladas para reinsuflar la economía, la principal preocupación de la ciudadanía. Ni siquiera los medios más afines parecen convencidos, aunque la mayoría reconoce que el obstruccionismo republicano en el Congreso imposibilita cualquier plan ambicioso o reforma de calado en los 10 meses que restan para la reelección. "Obama se ha vuelvo progresivamente más firme, pero tendrá que presionar todavía con más dureza", escribió el New York Times en su editorial. Para el Washington Post , su discurso estuvo marcado por "una retórica grandiosa e ideas más pequeñas".

El ultraconservador Wall Street Journal le acusó de poner en práctica "más una estrategia de campaña que un plan para gobernar". "Está haciendo campaña contra los republicanos en el Congreso, las teorías económicas de los conservadores, los banqueros ricos y la desigualdad", decía. Otros, como el popular USA Today , se lamentaron de que Obama hubiera pasado de puntillas por la deuda porque, aunque propuso subir los impuestos para los multimillonarios para equilibrar el presupuesto, ignoró la necesidad de reformar la Seguridad Social para asegurar su solvencia a medio plazo.

Para los republicanos, Obama se dedicó a presentar una imagen coloreada de la situación actual del país.