Ni los ruegos de estabilidad política por parte de la élite empresarial española amilanaron a Mariano Rajoy en su estrategia, definida desde hace tiempo, de dar por amortizada la legislatura y exigir, día sí, día también, elecciones anticipadas. El líder del PP repitió su mensaje a la misma hora que los presidentes de las grandes compañías del país y de las patronales le suplicaban a José Luis Rodríguez Zapatero en la Moncloa que agotase el mandato y aparcase el debate sobre su sucesión, por el bien de la muy cascada economía española. De hecho, Rajoy también censuró un posible "cambio de caras" en el PSOE, consciente de que el presidente del Gobierno sería su mejor rival ante la debilidad electoral que le otorgan todas las encuestas.

La manera que tienen los populares de evitar cualquier atisbo de remontada socialista es insistir en que nada de lo que proponga el Ejecutivo servirá para aliviar la situación económica, pues el Gabinete ha perdido toda credibilidad. Pero ese raca-raca sube de tono ante la perspectiva de que el adversario de Rajoy en las elecciones generales no sea Zapatero. ¿Qué hacer? Pues convencer a los ciudadanos de aquello de los mismos perros con distintos collares. "El debate que el PSOE ha planteado a los españoles es sobre un cambio de caras", afirmó Rajoy en la clausura de la convención municipal del PP, en Toledo.

El líder conservador se aferró a los crecientes rumores de un próximo anuncio de retirada por parte de Zapatero para acusar a los socialistas de anteponer sus intereses partidistas a la recuperación de la economía. "Lo que necesita España es un cambio de Gobierno, y no un cambio de caras, que es un cuento, una burla a los ciudadanos y un circo que el país no puede permitirse", aseguró. Así, Rajoy coincide con los grandes empresarios en que no es oportuno que el partido del Gobierno se enzarce en un debate sucesorio, pero estos le replicaron desde la Moncloa con un severo correctivo a sus tesis, al abogar por la continuidad del presidente hasta el 2012.

LA ALTERNATIVA Ante los máximos dirigentes del PP y medio centenar de alcaldables de capitales de provincia, el jefe de la oposición no pareció cumplir con el mensaje que envió el miércoles, a puerta cerrada, a los diputados de su grupo. En esa reunión, Rajoy les pidió que durante la campaña de las municipales, pero pensando sobre todo en las generales, se esfuercen en exponer su programa alternativo al del PSOE, para evitar que los socialistas les puedan reprochar su falta de propuestas ante el actual contexto económico.

El PP tiene previsto hacer público dentro de poco ese programa para las legislativas del 2012, según avanzó el propio Rajoy. Mientras tanto, el líder se limita a exigir "unas cuantas medidas claras, pocas pero sustanciales reformas y un plan a cuatro años" que genere confianza. De todo esto, solo concretó ayer una propuesta: un proyecto de ley para ayudar a los emprendedores, que el PP registrará mañana en el Congreso. Un guiño a las pequeñas y medianas empresas en el mismo momento en que las grandes compañías compartían mesa con Zapatero.

PRESCINDIBLES Como el adelanto electoral que tanto anhela no tiene visos de hacerse realidad, los conservadores tienen que impedir la remontada socialista desdeñando todas sus reformas. Rajoy consideró "prescindibles" las medidas que Zapatero anunció el viernes en Bruselas, como evitar por ley el gasto excesivo de las administraciones, vinculando el presupuesto con el crecimiento o facilitar el pago de las deudas a las empresas. "No servirán para nada", apostilló.