La Comisión Constitucional del Congreso discutió ayer sobre jarrones chinos. Es decir, sobre ex presidentes del Gobierno, en la ocurrente definición de Felipe González, que dijo que él era como ese objeto que nadie sabe dónde colocar. El pasado diciembre, González fichó por Gas Natural Fenosa, que le paga un sueldo de 126.500 euros brutos al año como consejero independiente. Un mes después, Endesa contrató como asesor externo a José María Aznar, que cobra por este puesto algo más que el antiguo líder socialista: 200.000 euros, que deben sumarse, entre otras cuantías, a los 171.300 euros que percibe como consejero del grupo de comunicación News Corporation, del magnate Rupert Murdoch.

Dados estos sustanciosos salarios en el sector privado, ¿es lógico que ambos ex mandatarios sigan percibiendo sus pensiones vitalicias de 80.000 euros al año? Para el PP y el PSOE, sin duda. Para los grupos minoritarios, que fracasaron en su intento de hacer incompatibles los emolumentos públicos y privados (hubo 34 votos en contra y solo cuatro a favor), de ninguna manera.

"O se ejerce de ex presidente o se ejerce de lobista", sostuvo el republicano Joan Ridao, autor de una proposición no de ley que abogaba porque esos 80.000 euros, que tanto Aznar como González utilizan para los gastos de sus respectivas oficinas, solo puedan cobrarse durante cuatro años, y en ningún caso junto a otras percepciones. El otro texto a discutir, que se expresaba en términos muy similares, era el de Rosa Díez, de UPyD. Fue un debate cuantitativo (si la pensión supone mucho o poco dinero, y todos concluyeron que no es excesiva), cualitativo (qué son y para qué sirven los expresidentes) y, tratándose de estos refinados jarrones orientales, también estético.

Sorprendió el socialista Jesús Quijano al reconocer que los roles de González y Aznar le provocaban cierta incomodidad. "A mí, en el terreno estético, no me satisface del todo que los ex presidentes del Gobierno realicen una actividad privada", señaló. Cuestión distinta es el terreno legal: para Quijano, ambos deben seguir percibiendo esos 80.000 euros al año porque se trata de una cuantía destinada a sus oficinas como ex presidentes, y los ex presidentes, sean o no lobistas, "son siempre ex presidentes".

REPRESENTACION Desde el PP, Arturo García-Tizón fue más allá. Expuso que los ex mandatarios no solo tienen "entidad per se, sino por lo que representan y a quienes representan. Cuando se les da este reconocimiento, también se le está dando a toda la sociedad española". Y, por tanto, quitarles esos 80.000 euros al año sería tanto como quitárselos a todo la ciudadanía.

Antes del socialista y del conservador, Ridao opinó que las contribuciones privadas que perciben tanto González como Aznar eran de "dudosa procedencia", Aitor Esteban (PNV) dijo que no le parecía "correcto estar a peras y a manzanas" y el convergente Jordi Xuclà sacó pecho de lo que ocurre en Cataluña. Allí, explicó, dos de los tres ex presidentes (Pujol y Maragall) tienen su propia fundación y se encuentran alejados del sector privado.

Hubo, por último, una reivindicación del jarrón como objeto práctico. "Dedicamos mucho tiempo a demonizarlos y poco a rentabilizarlos", concluyó Quijano, del PSOE.