El rey Juan Carlos telefoneó el domingo al monarca de Bahréin, Hamad al Jalifa, para pedirle contención y que asuma una actitud dialogante ante las protestas registradas en ese país desde finales de febrero y que han acabado con varios manifestantes muertos y algunos cabecillas encarcelados. El Monarca español hizo esta llamada después de que varios países del golfo Pérsico le pidieran ayuda, a través del Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero, para buscar una solución política a las revueltas en el archipiélago, según explicaron ayer fuentes gubernamentales. La Casa del Rey no quiso confirmar la llamada, dada a conocer por la agencia de noticias saudí SPA, ni el contenido de la charla.

Juan Carlos, que mantiene desde hace décadas una estrecha relación con las monarquías petroleras de la región, comentó con Al Jalifa la situación actual de Bahréin, un país con una mayoría de chiís, pero gobernada con puño de hierro por la dinastía suní desde hace más de dos siglos. Según fuentes de la Moncloa, el Rey reclamó a Al Jalifa que trate de establecer un canal de diálogo con los representantes de los chiís, que desde el 21 de febrero están manifestándose en la plaza de la Perla con el objetivo de lograr mejoras para este sector de la población, que se siente marginado y maltratado.

La petición del Monarca español está en la línea de los mensajes lanzados en los últimos días por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y la Administración de EEUU, que tiene en Bahréin la sede de la Quinta Flota, para proteger las rutas petroleras del golfo.

La pregunta que se está formulando en varias de las capitales cuyos gobiernos participan en la operación militar contra Muamar el Gadafi en Libia, entre ellos España, es por qué la comunidad internacional no trata de frenar también la represión de Al Jalifa en Bahréin. Tom Donilon, consejero para Seguridad Nacional de Barack Obama, responde que es así porque es "diferente".