No le ha sentado mal la baja de 11 días al vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba. Ayer reapareció en la rueda de prensa del Consejo de Ministros y aunque físicamente no podía ocultar que aún no está al 100%, demostró que mantiene intacta su fina ironía. Tras saludar a los periodistas, agradeció el trato "espectacular" recibido por los médicos, enfermeros y auxiliares del Hospital Gregorio Marañón, incluido el del cocinero que le dio "una receta especial que llaman pollo marañón ". "Me ha permitido salir con la energía que ven ustedes".

"¿Se reincorporará con esta energía a la frenética precampaña?" Aún no, respondió. "Todo poco a poco. Cada uno tiene que saber las fuerzas que tiene", advirtió, al explicar que no asistirá a los actos de presentación de candidatos de este fin de semana.

Para los que siguen su estado de salud para auscultar las posibilidad que tiene de convertirse en el sucesor, también tenía un mensaje. "No se preocupen, que me van a ver. Ya estoy haciendo una vida bastante normal", dijo. No fue más allá.

Lo que no ocultó es que la fiebre causada por una infección urinaria se las hizo pasar canutas. "Tan mal estaba" que aunque vio el partido Barça-Arsenal, como le había recomendado con malicia Zapatero, le "daba igual quien ganara", algo inconcebible en un merengue tan fanático.

Fuera consciente o no, al mencionar el pollo marañón, el ministro acababa de dar quizás una de las claves de su recuperación. Acosado por la ración diaria del caso Faisán que le suministraba el PP y los medios del carajillo party, el cambio de dieta parece haber contribuido a su recuperación.

Aunque algunos medios de la prensa más ultra aprovecharon su enfermedad para darlo casi por amortizado, los periodistas presentes en la rueda demostraron un punto más de humanidad que sus jefes y mantuvieron la tregua. Fue la primera vez que en un Consejo de Ministros no tuvo que responder por el supuesto chivatazo de la policía a ETA. No todo es veneno en el cazalla party.