Lo escribía esta semana el presidente del PSE, Jesús Eguiguren. Los socialistas están siendo demasiado complacientes con el PP en todo lo que afecta a la posible legalización de Sortu, la nueva marca con que la izquierda aberzale aspira a retornar a las instituciones. Claro que Eguiguren se expresaba con esa brusquedad que caracteriza a algunos tímidos --y él lo es-- y que, a veces, se aprecia también como rasgo de carácter de muchos vascos.

Pero más allá del duro lenguaje de Eguiguren y del innecesario ataque a José Luis Rodríguez Zapatero, lo cierto es que el dirigente vasco decía algunas verdades como puños. Por ejemplo, que el pacto antiterrorista solo funciona cuando el Gobierno se pliega al PP y que, cuando no lo hace, los populares arremeten contra los socialistas y los acusan de lo peor. Algún dirigente del PP, como Jaime Mayor Oreja, los ataca con saña siempre, haga lo que haga el Gobierno, aunque ese hacer desemboque en un balance de éxitos más sobresaliente que el suyo en la lucha antiterrorista.

El ejemplo más reciente es del miércoles, cuando el PSE presentó en el Parlamento vasco, y retiró pocas horas después, una iniciativa para que la Cámara celebrara que Sortu haya empezado a rechazar la violencia y evidenciara la posibilidad de que sea legalizada. Evidentemente, la retirada de la iniciativa --que pretendía adelantarse a otra más radical del PNV-- responde a las presiones del PP vasco. Aunque hay que reconocer que los nuevos líderes del PP vasco, Antonio Basagoiti e Iñaki Oyar- zábal, mantienen un discurso diferente del de sus correligionarios de la calle de Génova de Madrid sobre esta cuestión.

Tanto es así que no ponen el grito en el cielo cuando el lendakari, Patxi López, asegura que Sortu y ETA no son lo mismo, que la izquierda aberzale ha recorrido por su propia voluntad un camino que la ha llevado a desmarcarse de la violencia y que eso es, precisamente, lo que se le estaba reclamando para poder legalizarse.

Una posición, la de López, que no solo está en las antípodas del discurso de la dirección nacional del PP, sino que también se distancia del que ahora mantienen el Gobierno y la dirección del PSOE, que han optado por dejar la decisión en manos del Tribunal Supremo, y han acompañado el recurso con informes contrarios a la legalización. No vaya a ser que los señores y las señoras del PP se enfaden y los acusen de ser unos blandos o, peor, de negociar con los terroristas.